1- †MI SALVADOR HIPÓCRITA†

61 4 3
                                    

Arrojé contra la pared algo que estaba penetrándome los tímpanos como si quisiese devorarme por dentro. Me di media vuelta, para así esconderme bajo las sabanas y continuar durmiendo... hasta unos minutos después, que escuche la inconfundible voz de Trevor Moran dándome la bienvenida; creí que luego de unos segundos este se callaría, dándome así la tranquilidad que necesitaba, pero aquello no ocurrió, ya que la melodiosa voz siguió con su trabajo de sacarme de la cama con tanta insistencia, que logró que me despertara de peor humor del que me levantaba a diario.

Gruñí en voz baja, intentando con todas mis fuerzas no gritar de frustración, alargue mi brazo hacia la izquierda en donde se encontraba mi cómoda y tantee la zona hasta lograr encontrar mi celular, dándole unos golpes en el hasta que el silencio reino -por segunda vez- en mi habitación.

Me hubiera encantado seguir acostado en el colchón y estar en brazos de mis sabanas por unas largas, pero laaaargas horas más, pero para mi desgracia aquello no ocurrió y todo es debido a que el teléfono sonó más fuerte que antes, con la voz de Trevor de fondo nuevamente, en otras circunstancias quizás sonreiría como estúpido ante la música que tanto me gustaba, pero hoy...hoy no es el día, y el despertador roto en el suelo es la evidencia de ello.

—Joder...—murmuré con voz ronca.

Abrí mis ojos con total pereza, dejando que estos se acostumbren a la luz de la mañana que traspasaban las cortinas de mi habitación.

Maldigo en voz baja antes de dar un suspiro con pesadez, rindiendo me a mi ridículo intento de seguir pegado a mi cama hasta el medio día y todo por la maldita reunión que citaron para el día de hoy a las siete de la mañana.

Cuando estuve sentado en el filo de la cama, cogí el celular en mano y prendí la pantalla, espere un segundo antes de recibirme una luz abrazadora directo a mis cansados ojos.

—Son las...—murmuré, notando que hora era en estos instantes, pero reprimí un jadeo en cuanto me di cuenta que ya eran las 7:28—Oh mierda.

Deje el celular en la mesilla antes de dirigirme con rapidez al cuarto de baño y darme una ducha de agua fría. Al salir del baño entré de nuevo en el dormitorio tal y como mi madre me trajo al mundo, luego me embutí unos vaqueros y me coloqué la camiseta que menos arrugas tenía de todo mi desastroso armario. Me miré en el espejo para intentar peinarme; había empapado la camisa con las puntas de mis todavía mojados cabellos.

7:51

Estoy jodido. Llegaré tarde y aquello lo sabia a la perfección.

Solamente rogaba a dios que la reunión halla sido una total mierda y que no hallan de necesitar mi presencia, aunque lo dudo mucho. Ellos me necesitaban tanto como yo a ellos y estaba consciente de ello, después de todo, era uno de los mejores, tanto para su grupo como para el departamento policial. No eran mis palabra sino de nuestro jefe.

Con un suspiro mas largo, decidí que lo mejor era apurarme para así salir de esta casa he ir hacer el trabajo que me corresponde.

Cogí las llaves del auto que se encontraban en la mesa, agarre mi chaqueta, me dirigí hacia la puerta y sin mirar hacia atrás, salí de casa.

¶***¶

—Ya era hora de que llegaras, Jimin...—Me dijo apenas abrí la puerta, dándome aquella sonrisa socarrona que me dedicaba solo cuando estaba cabreado.

Sonreí de lado, ignorando todas las miradas que las personas dentro de la sala me dirigían por estar parado como imbécil en la puerta y todo por llegar tarde.

NO SOY UN ASESINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora