El Portal

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Había amanecido, durante varios días tuve  pocas aventuras, salvo el zombie ocasional que se cuela dentro de tu casa o el esqueleto que te atormenta a mitad de noche con el sonajear de sus huesos, al menos de un tiempo para acá se mantenían a raya...

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Había amanecido, durante varios días tuve  pocas aventuras, salvo el zombie ocasional que se cuela dentro de tu casa o el esqueleto que te atormenta a mitad de noche con el sonajear de sus huesos, al menos de un tiempo para acá se mantenían a raya debido a mis perros.

Decidí bajar a las minas y seguir la excavación de los tres túneles y buscar diamantes tal cual como lo había planeado, cuando de repente escucho un gruñido muy extraño, sabía distinguir entre los de un zombie y los de las momias del desierto que aquella vez que tuve que cruzar, hace meses atrás.

Me di la vuelta y vi un pobre aldeano caminando con dificultad hacia mí, al principio pensé que estaba herido porque detrás de él venían unos zombies, tomé mi espada y me lancé a socorrerlo, cuando de pronto me di cuenta que estaba zombificado... por sus ropas supe que era un aldeano clérigo, aunque no de estos lares, decidí tratar de evitar que deambulara sin rumbo atrapándolo en la superficie hasta que pudiese saber que podría hacer con él, pero primero debía acabar con los caminantes que estaban detrás de él, no fue una tarea fácil ya que debía evitar hacerle mucho daño al clérigo enfermo, al fin, luego de acabar con los demás pude enfocarme en que me siguiera hasta la superficie por las escaleras de la mina.

En ese momento el sol estaba en lo alto del cenit, pues era mediodía y como la fosa no tiene un techo, el pobre clérigo zombificado comenzó a quemarse al ser tocado por los rayos del sol, no podía hacer mucho por él salvo esperar que llegara a tiempo hacía la sombra y encerrarlo en el sótano del depósito de la mina. Luego de mucho esfuerzo y paciencia pude confinarlo a una pequeña celda que construí en el menor tiempo posible, dejé una abertura para alimentarlo con lo que sea de lo que comieren los zombies.

 Luego de mucho esfuerzo y paciencia pude confinarlo a una pequeña celda que construí en el menor tiempo posible, dejé una abertura para alimentarlo con lo que sea de lo que comieren los zombies

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Me dirigí de inmediato a la aldea que quedaba cerca de mis tierras, con suerte podría encontrar respuestas del bibliotecario que se había mudado recientemente.

Uno de los aldeanos, Othelo, el agricultor me dijo que se encontraba inspeccionando el nuevo muro que estaba construyendo para proteger a la aldea de los Pillagers que constantemente rondaban alrededor.

Ptolomeo el bibliotecario, me recibió de buen agrado, pero su estado ánimo cambió al enterarse del clérigo que estaba preso en el sótano de mi depósito. Me contó que su nombre era Arsenio y que venían juntos desde Tanbre, una aldea lejana al norte, la noche los sorprendió en el bosque negro y ambos presos del pánico comenzaron a correr, el pobre Arsenio cayó en un abismo y Ptolomeo pensó que había perecido...

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