Prologo

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Amelia Oust no esperaba nada de eso, ni ella, ni su viuda madre, ni su dulce hermana pequeña, ni su encantadora abuela, ni su mejor amiga, Victoria Tamblet.

Ella solo iba trabajar allí porque realmente necesitaba el dinero. No eran pobres pero su madre tenía que administrar su diminuta pensión de viudedad y su escaso sueldo en su propia casa, en la de sus padres ya que la pensión no les llegaba a penas y Amelia pensó que si se ponía a trabajar y le quitaba su propio gasto, su madre podría respirar un poco cuando echara cuentas a final de mes. Y lo consiguió. Iba a trabajar todos los días de cinco de la tarde a ocho de la noche y los días de fiesta mientras veía a sus compañeros salir a la calle a divertirse, ella se quedaba trabajando el día entero porque eso era dinero extra por si algún día pasara algo. Su padre hubiera estado orgulloso de ella. Y su madre ya lo estaba. Ella había sabido levantarse el día después del funeral de su padre, coger su abrigo e irse a buscar ayuda para su madre. Y aunque de aquella solo tenía 16 años, a día de hoy con 18 la cosa no había cambiado. Ella seguía trabajando duro para que a su familia no le faltara de nada. Pero un nevoso dia de noviembre mientras trabajaba en el Starbucks de la calle principal de su pequeña ciudad al norte de Inglaterra un ángel de mirada profunda y fría escondido tras una piel de demonio apareció en su vida con la decisión firme de permanecer en ella por mucho tiempo. Si le llegaras a preguntar antes te diría que él hunde su vida. Si le preguntas ahora mismo te dirá que es él quien la sostiene a ella.

Cherry. h.s Slow updates.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora