Uno.

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Aunque pese, aunque luches y aunque lo desees con todas tus fuerzas, no apartarás al destino de tu camino. Porque el destino es tu camino. Ni a nadie que dicho destino ponga en tu propio camino. Maldito destino. Pero, maldecir no me hará ganar. Y obviamente callarme y resignarme tampoco.

Con el paso de los años, las duras despedidas y las inesperadas llegadas he aprendido que el destino no es inmune. No es inmune a nada. No es inmune a tus decisiones. A tus pensamientos. A ti.

Con el paso de los años me cuesta demasiado contar todo esto. La memoria me falla, pero estoy segura que no lo hará el destino.

La vida siempre te da algo que puedas soportar. Es benévola, y si el final es ágrio y gris, no es el final.


A M E L I A.

La mañana se alzaba soleada y de cielo descubierto. El sol brillaba haciendo que pudiera ver los rayos reflejados en mis gafas de sol. Aun que el frío apretara más de lo que el sol brillaba. Bostecé agotada. No había sido buena idea quedarse leyendo hasta tarde. Me pesaban los ojos demasiado y unas horribles bolsas de color púrpura debajo de mis ojos daban fe de aquello. A pesar de haberlas cubierto con una capa de maquillaje mi cara era un poema ese día. No había dormido apenas en toda la semana. Valeria había estado con tos y fiebre toda la semana. El tratamiento no acababa de funcionar pero teníamos esperanza. Unas horribles paperas la atacaban de nuevo. Y esa semana había vuelto con las anginas. Sufría anginas crónicas que aun que parezca algo cotidiano, ella las sufría cada quince días.

Abrí la puerta del local y me dispuse a dejar mis pertenencias en el cuarto de empleados. La cafetería era una antigua pero bonita franquicia de alguna cafetería americana de los 80, pero cuando esta se dio a la quiebra abrieron un Starbuks. El lugar seguía teniendo ese encanto único que solo uno con historia tenia. Tenía unas cristaleras de pared a pared que daban a la calle y la puerta era de madera caoba con un pequeño cristal de donde colgaba un cartel con un clásico 'Open' escrito a mano. Dentro, unas discretas cortinas de color café suave separaban el espacio en pequeñas ventanas. Las mesas de color negro quedaban pegadas a la repisa y los sillones de color crema a ambos lados quedaban frente a frente. En total había siete mesas, cuatro en las paredes y las otras tres de forma circular en el centro. En la esquina, delante de las cortinas había una lámpara clásica que se encendía con un interruptor desde el mostrador. El mostrador hacía esquina frente a la puerta. No era demasiado usual en ese tipo de cafeterías pero en la parte de la esquina había un par de taburetes. A la derecha de la puerta un perchero clásico de color negro y un unas perchas al lado colgando de la pared. La puerta de los baños estaba en frente del pequeño mostrador con el azúcar, los palos para remover el café, las bolsas, servilletas y demás. Y dentro del mostrador dos puertas, una conducía al almacén y otra al cuarto de empleados. Definitivamente era un lugar pequeño pero se había aprovechado muy bien y a mi me parecía encantador.

Tras dejar mis cosas en el cuarto y ponerme el uniforme, cambié las bolsas de la basura que la última noche no pude cambiar y giré el cartel de la puerta para que la cafetería quedara abierta finalmente. Preparé la cafetera y miré por la ventana. Estaba nevando fuera. Sonreí de lado y seguí con mi tarea cuando oí las campanitas de la puerta que indicaban que alguien había entrado al local. Los días de ajetreo acababa por quitarlas, sonaban demasiado y hubiera terminado cogiéndoles manía si no lo hubiera hecho. Me giré sonriente con el bol de la licuadora recién lavado en las manos.

-¡Buenos días!- dije y miré al chico que acababa de entrar. Vestía unas gafas de sol y un abrigo crema de piel. Sus jeans de ajustaban a sus piernas y las botas color crema, como el abrigo, tenían restos de la nieve en la punta. Se quitó las gafas de sol y tragué fuertemente porque pensé que jamás vería esos ojos de nuevo. Él me miró y agudizó la mirada, pensando seguramente, de que le sonaba. Y aceite empezó a correr por sus orejas al darse cuenta de quien era.

Cherry. h.s Slow updates.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora