Capítulo 3: Como el crepitar del fuego

82 8 5
                                    

Dance, dance.
We're falling apart to half time.
Dance, dance.
And this are the lives you'd love to lead.
Dance, this the way they'd love...
If they knew how misery loved me.

Dance, dance (Fall Out Boy)

― Bueno, ¿y ahora qué? ― preguntó él, tratando de imitar su calma.

― Supongo que es demasiado pedir que los humanos hayáis aprendido a volar, ¿no? ― masculló ella en respuesta, igualando su sonrisilla confiada mientras señalaba hacia una ventana abierta, la única vía de salida de aquel asfixiante apartamento.

Zach tragó saliva y miró hacia la puerta, justo a tiempo para ver cómo una de las endebles bisagras cedía entre una nube de polvo blanco.

 Se giró rápidamente hacia ella, atemorizado, todos sus intentos de parecer un tipo duro ya olvidados. No sabía qué diablos había desencadenado aquella pesadilla, pero quería despertar inmediatamente. Hasta entonces había estado excesivamente distraído por la rapidez con la que todo había sucedido, mas aquello había dejado de parecerle divertido para convertirse en algo demasiado real. Se pellizcó el brazo con todas sus fuerzas, convencido de que, de un momento a otro, aparecería sobre su cama, sudoroso y semidesnudo, enredado en las sábanas como cada vez que tenía un mal sueño. Pero, en vez de eso, escuchó con escalofriante claridad el crujido de la única bisagra que mantenía a la puerta en su sitio, el angosto pasillo de la entrada oscurecido por las sombras que luchaban por apoderarse del apartamento.

Retrocedió torpemente contra la pared, casi cayendo por la ventana en su ímpetu por alejarse de los golpes que retumbaban incesantemente. Era real, todo era real. Por una jodida vez no era fruto de los sombríos delirios que se apoderaban de su mente cada noche. Aquello era tan auténtico como él mismo e iban a acabar con él, a matarle, a... ¿cómo era? A destrozarle hasta que no quedaran ni sus huesos.  

La respiración se atoró en su garganta, arañándola cada vez que luchaba por tomar aire, mientras que los latidos de su corazón tronaban tan fuerte que no le dejaban oír nada. Estaba atrapado, completamente a merced de lo que hubiera en el descansillo, de esos rasguños que hacían chirriar la madera como garras sobre una pizarra.

― ¡Humano! ¡Despierta! ― ordenó una voz con la urgencia resonando en ella.

Una nube roja le golpeó en el rostro, sacudida incontrolablemente por el viento que entraba por la ventana, despertándole del trance autodestructivo en el que se encontraba para buscar su procedencia. Un par de brillantes ojos apremiantes le devolvieron la mirada, mientras algunos rebeldes mechones color lava encendida aún le acariciaban las mejillas ligeramente.  

― ¡Humano! ¡Zach! ― volvió a llamarle Issobelle a la vez que clavaba sus dedos en el brazo de él ― ¡Hay que salir de aquí!

Zach sacudió la cabeza, y la miró fijamente durante unos instantes, confuso, antes de reaccionar por fin. Se giró velozmente, soltándose del férreo agarre de la chica para asomar medio cuerpo por la ventana. Las afiladas gotas de agua que flotaban en el revuelto aire nocturno hirieron sus ojos y tuvo que entrecerrarlos para conseguir ver algo, pero allí estaba, su única posibilidad de fuga. 

Volvió a entrar en la sala, enfrentándose al escrutinio apremiante de Issobelle con una enorme sonrisa confiada. 

― Hay una escalera. Es vieja pero aguantará. ― explicó, notando como, poco a poco, su aplomo habitual volvía a él ― ¿Te ves capaz de bajar o te llevo yo? ― no pudo evitar devolverle el tonillo condescendiente.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 04, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

ContratiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora