Buscarte

126 14 5
                                    

La tranquilidad de la noche nos invadía.

Yo, Erza Scarlet, juré que así sería me quede haciendo guardia, observando la oscuridad del bosque.

Sinceramente, sitios así me hacían pensar que aun había pureza, arboles gigantes rodeándonos con cariño, dejándonos respirar aire puro y fresco, sin duda sitios así podían a llegar ser mágicos.

Te hacen sentir pequeña ante la gloria de la naturaleza, erguida ante nosotros, permitiéndonos estar y convivir, pero feroz e intimidante, es normal tener miedo pero el sonido me calma, aceptó mi miedo porque no comprendo a que tengo miedo.

Supongo que es normal sentirse así, hoy, después del miedo que he pasado al ver a Mirajane en el suelo, casi sin respiración.... Esa imagen de ella hace que tiemble de miedo, por poco... si no fuera por Minerva, Mirajane habría muerto.

Mi plan fue estúpido, pero me alegro de que saliera bien, hacer que el clero se lanzase contra aquel burdel, fue la impostora que puso la primera antorcha de fuego en aquella casa.... Soy la asesina de tantas jóvenes solo por salvar a una.

¿Tantos sacrificios valen la pena?

¿Hice mal?

Miró levemente a las tres mujeres dormidas y me apoyo en árbol más cercano que tengo.

¿Por qué no siento nada?

Solo siento que no puedo separarme de esa mujer, quiero a Mirajane, puede que incluso la ame.

Pero he matado a muchas chicas y otras más que sufrirán por mis actos...

Kagura, ¿Qué habrías hecho tú?

Seguro que lo he hecho yo no, lo siento Kagura, no puedo quererte como tú me quieres....

-Y luego dicen que un caballero siempre está atento. –Mirajane tiró una manta encima de mí. Ni siquiera la vi venir.

-Perdona. –Me disculpe ante ella.

-Lo que te perturbe, solo olvídalo. – Paseó un poco alrededor mirándome.

Iba con una manta tapándose lo que me hacía fijarme más en ella, en su rostro, en sus ojos, en sus labios...

-¿Tan hermosa soy? –Preguntó con gracia y avanzó mirándome, rozando su nariz contra la mía.

Mis palabras se las llevó cuando junto sus labios con los míos, pero se separó rápido.

-Te robé uno, espero que algún día me robes tú. –Sonrió alejándose.

-Puedes robarme lo que sea. –Acabé sonriendo por su culpa y también eche de menos sus labios.

-Puedo robarte la ropa... de hecho la quiero. –Se giró, seguramente porque al decir eso, la vuelta con gracia quedaba mejor, más interesante.

A mí eso me cautivó.

Avancé un paso.

-¿Quieres mi ropa? –Pregunté para asegurarme y ella solo ladeo su cabeza y me miró de reojo.

-Sí, quiero tu cuerpo, quiero robarte.

-Sería un secuestro. –Avancé otro paso.

-Sí, y te torturaría. –Me sorprendí, eso no lo esperaba y al verme dejo que su risa fluyera, dejándome escucharla y verla reír. –Tranquila, dolor no es lo que sentirías....

-¿Qué sería? –Sentí curiosidad pero ella suspiró dándose por vencida.

-Tú parece que no quieres aprender, tendrías que pillar el doble sentido a esta altura. –Mirajane avanzó ahacia a mi y se apoyo sin dejar de mirarme.

Honor entre MiradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora