Capítulo 4.

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Hemos pasado ya 2 semanas aquí encerrados, el mundo que conocíamos dio un cambio extremadamente drástico, ahora bestias sin sentido vagan por todos lados esperando a encontrar una víctima viva para correr hacia ellos y devorarlos, es demasiado loco que todo esto esté pasando.

Ya no hay noticieros, en la televisión sólo hay rayas de colores, el servicio de telefonía móvil dejó de funcionar hace 3 días, tenemos mucha suerte de estar aquí en casa de Johana, está granja es auto sustentable, tienen animales, verduras, vegetales, todo lo necesario para sobrevivir.

No nos ha afectado mucho lo que está sucediendo, sólo la comunicación, hace 3 días que no sabemos nada del mundo exterior, ¿Empeoro? ¿El ejército está arreglando las cosas? de eso no estoy muy seguro, lo último que supimos fue que el ejército se estaba retirando y creando puntos de sobrevivientes, quieren rescatar lo último de la civilización humana, esos lugares están estratégicamente colocados, o eso dicen, hay uno cerca de nuestra ubicación, teóricamente cerca, a dos pueblos de aquí, un viaje de al menos 3 horas, Fuerte Pastor.

He estado ahí, en uno de los pocos viajes con mi padre una alcabalá nos detuvo y nos llevaron a ese lugar, aún no se por qué, sólo que estuvimos cerca de 2 horas ahí, 2 aburridas horas que tuve que permanecer en el auto, luego de eso nos dejaron ir sin más, hasta se despidieron de mi padre como despides a un viejo amigo, no lo entendí, no hice preguntas, yo sólo quería llegar a nuestro destino, ya íbamos tarde.

Despierto con los primeros rayos de sol de la mañana, debímos cerrar las cortinas, el reloj de la mesa de noche marca las 6:50, el brazo de Aidan está alrededor de mi cuello y tengo mi cabeza en su pecho, su aroma, siempre oliendo a limpio, quisiera quedarme así para siempre, olvidar todo lo que sucede en el mundo... pero mis necesidades básicas me arrastran al baño, tengo unas ojeras enormes, en los últimos días he dormido muy poco, constantes pesadillas llenan mis noches, salgo del baño y Aidan no ha cambiando su posición, Samantha duerme en un colchóneta al pie de la cama, abre sus ojos y me ve directo, antes de correr hacia mi y darme los buenos días, con el sol que entra por las ventanas su espeso pelaje dorado brilla como el oro.

Me colocó una camisa corta ajustada y un mono antes de salir de la habitación, los pasillos están fríos y solitarios, ni los empleados de la casa se ven, Sam camina a mi lado.

Fuera de la casa el clima es fresco, el sol de la mañana quema mi piel, se siente tan bien, Sam se pierde entre unos matorrales, no le gusta que la vean haciendo sus necesidades, camino hacia un mirador que está en la parte este de la casa, ahí hay un gran viñedo, muy impresionante, llega hasta donde la vista alcanza, algo se mueve entre las matas de uvas, Sam está a mis pies gruñendo.

- ¿Que sucede muñeca?. - Le digo con voz aniñada.

Ella voltea a verme y luego hacia el viñedo, entonces lo veo, no es uno de los empleados, este hombre está usando pantalones negros y una camisa blanca, blanca manchada con sangre, se lo que es.

Corro a la puerta.

- Samantha. - Gritó.

Inmediatamente ella está a mi lado, corro a la habitación, despierto a Aidan quien se pone de pie al instante.

- Iré a despertar al resto. - Digo.

Aidan asiente, mientras busca algo de ropa para ponerse.

Estamos reunidos en la sala, desde una ventana que da al Viñedo vemos al hombre con la camisa manchada de sangre.

- ¿Que hacemos?. - Digo.

- No lo sé, no creí que llegarán hasta... - Las palabras de Marcos se cortan al instante, más cosas de esas comienzan a salir de entre los viñedos.

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⏰ Última actualización: Nov 15, 2014 ⏰

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