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Era hora, tenía mis maletas en la puerta de mi casa, ahora solo de Ethan.
Eché un vistazo por última vez de la que por dos años había sido mi casa; era grande, tenía colores claros, como lo era el gris y el blanco, una sala grande, una cocina amplia y una estancia bastante acogedora, por la parte de arriba tenía cuatro recámaras, tres baños, una sala de juegos y un balcón con una vista preciosa, era un hábito que todas las noches sentarme a tomar una taza de café viendo la hermosa vista de San Diego.
Habíamos decidido comprar esta casa con los pensamientos de en un futuro formar una familia, es triste recordarlo.

Tome mis maletas con fuerza, mi pecho se comprimio de dolor al cerrar la puerta, me agache poniendo por debajo de la puerta un sobre blanco con letra cursiva que yo misma había escrito. Era de despedida, de agradecimiento y de muchos pero muchos sentimientos.

Tome el taxi y partió para el aeropuerto, estaba decidida, me iría a Londres, era eso o quedarme aquí y perdonarle todo.

PERDIDA EN LONDRESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora