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Tome mis maletas al escuchar una voz que anunciaba que era tiempo de subir al  avión.
Pase mis maletas por la banda escáner, por suerte no sonó y de inmediato subí al avión.

Asiento 5, asiento 5..... Aquí está. Tal vez había una confusión, o tal vez no y la vida solo estaba tratando de terminar jodiendome por completo.

- mmm.. hola, ¿puedes bajar tus pies de mi asiento?

El chico no parecía tener interés en mis palabras, tanto que se puso los lentes relajantes y se recargo en la ventanilla.

- Ei, escúchame, carajo, que no sabes que este es mi asiento y estas poniendo tus repugnantes pies en el - le reproche molesta.

Se quitó un audífono que llevaba en la parte derecha de su oreja el cual no podía ver.

-¿perdon? - dijo despreocupada mente.

- Es mi asiento, estoy bastante cansada y enfadada para ponerme a pelear con un jodido desconocido.

- A si lo siento, no te escuchaba

De inmediato quitó los pies de mi asiento.

El viaje fue largo, el desconocido que había nombrado por  jodido imbecil, había resultado ser amable.

Bajé de avión, el frio de Londres rizo mi piel, como gallina, despeino mi cabello y puso mis nariz y mejillas a arder.
Tome un taxi que me llevaría a la casa que había comprado por recomendación de un empresario de Londres con el cual empezaría a hacer negocios con el.

No era grande, era simplemente lo que necesitaba, era lujoso, si, las paredes blancas y grises, unas escaleas en vitral, un mini bar, sala cocina, dos recámaras y por suerte tenía un balcón, que justamente  daba a la ventana de el vecino que curiosamente tenía abierta las puertas.

Fije mi mirada al balcón, la casa era un poco más grande que la mía, la recámara estaba decorada en colores neutros y se podía ver perfectamente ordenada.

Estaba agotada, decidí darme un baño para disponer a dórmirme.

PERDIDA EN LONDRESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora