El frío me carcome las manos. Pareciera que las deja duras y suaves, tal y como las de una muñeca de porcelana; y blancas como la nieve que cae alrededor. Pero no puedo apartar la vista de este paisaje tan pálido y puro; tranquilo y ausente. Sentí una mezcla de tranquilidad y ansiedad penetrantes como una bala; y una nostalgia presente en cada respiro gélido.
Al final decidí reincorporarme a la realidad, desapareciendo de ese panorama tan hipnótico que parecía decírmelo todo, en tan solo un escenario blanco carente de edificios, tan solo rodeado de unas cuantas casas tradicionales con humo espeso saliendo de sus chimeneas y con un templo justo en el centro de este pueblo de apariencia antigua. El nombre de ese lugar era Hokkaido.
Calenté mis manos con mi tibio aliento y proseguí a alcanzar mi objetivo. Me detuve dos segundos a reflexionar sobre mi comentario mental, ¿Realmente tenia un objetivo? Aun ahora, no estoy totalmente segura de eso; en ese momento solo estoy segura de que una fuerza invisible me atraía hacia algún lugar dentro de ese paisaje con la marca del invierno, todo blanco y negro.
Camine una, dos, tres...cuatro manzanas hasta vislumbrar una preciosa casa tradicional japonesa en una de las colinas más altas de toda la aldea, rodeada de árboles de cerezo, en ese momento con tan solo el esqueleto. Llegue a la entrada y dude en pasar, pero supe que algo muy grande me esperaba dentro de esa casa; lo sabia, así que con ese pequeño sentimiento que se convertía en ansiedad, luego en alivio y luego de vuelta en ansiedad, me dispuse a subir los tres rechinantes escalones de madera que me separaban del Engawa*. Cruce el pasillo y abrí la puerta corrediza principal, siendo recibida por un ambiente cálido (aunque sin una gran diferencia a como estaba en el exterior) y tenues luces de vela, apenas alumbrando el espacio ya casi oscuro por la presencia de la nevada en el cielo y la llegada del ocaso.
Me descalce sobre el Genkan* y camine sobre el piso de juncos hasta encontrarme con la primera habitación de la casa. Allí, una pequeña niña de apariencia familiar vestida con un luminoso kimono* blanco, dormía plácidamente acurrucada en medio de sabanas de seda, con estampados florales hechos por la más fina y delicada mano. Mire mis manos, rojas e hinchadas, casi como por reflejo y me prometí a mi misma que cuando volviera a mi hogar haría una manta que se le asemejara...
Mi hogar...no recuerdo exactamente como era, lo único que se es que era un espacio todo blanco, seguro, emocionante; incluso a veces pareciera como si las luces que hay en el te sofocaran. Realmente prefiero mucho mas la luz solar, pero no es extraño que a veces las cosas que al principio no te agradan terminen conservando cierto encanto por las sensaciones y momentos que pasaste con su compañía.
Me quede observándola durante unos minutos; mire su pelo corto, sus pequeñas manos, su nariz y sus pestañas. Me senté sobre mis piernas a su lado, y por mero impulso comencé a acariciarle la cabeza, casi como si estuviera acariciando su alma pálida y pura, y contagiándome la felicidad que reflejaba su cara al dormir. De pronto a mí también me comenzó a entrar sueño, y sentí una satisfactoria paz por haber podido ver a esa pequeña persona que extrañamente sentí como parte de mi, por lo menos una vez.
Habiéndole dado un ultimo vistazo y sin nada más que hacer; inconscientemente, como si estuviera siendo solo una simple espectadora dentro de mi propia vida, le di camino libre a mi cuerpo para que hiciera lo que quisiera; ya que era como si ya no me importara lo que me fuera a deparar el destino luego de ese momento. Entonces, comencé a cerrar los ojos y con mi conciencia libre de cualquier remordimiento decidí que podía irme, satisfecha de haber hecho todo lo que debía en este mundo...Hasta que un susurro casi eléctrico avivo todo mi cuerpo de pies a cabeza como una llama ardiente:
—Tenes todo un trabajo por delante todavía...¡NO PIERDAS LA ESPERANZA!
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DICCIONARIO:
Genkan*: Áreas de entrada tradicionales japonesas para una casa o un departamento, como una combinación de un porche y un tapete de bienvenida.
Engawa*: Pasarela de madera que se conecta con las ventanas y puertas corredizas en los cuartos de las casas tradicionales japonesas.
Kimono*: es el vestido tradicional japones, que fue la prenda de uso común hasta los primeros años de la posguerra.
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Holaaaa, les agradezco mucho por haber llegado hasta el final de este primer capitulo hecho con tanto amor a todos. Si te gusto este capitulo, por favor considera dejarme esa estrellita tan brillante para saber si les gusta lo que voy escribiendo, y déjenme todas las criticas constructivas que puedan, así seguimos mejorando todos juntos♥
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Un Susurro Eléctrico
Short StoryNuestra protagonista aparece en frente de casas blancas y grises únicamente pintadas por la nieve; no como si hubiera estado dormida y hubiera despertado de repente dentro de un paisaje que no reconocía, no; solo como si al principio no hubiera esta...