お母さん Mamá

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—Tenes todo un trabajo por delante todavía...¡NO PIERDAS LA ESPERANZA!

Y tal y como dijo ese susurro tan nítido y significativo, comencé repentinamente a cobrar vida otra vez y abrí los ojos de golpe. 

La luna llena se mostraba a través de la ventana como un espectro brillante que teñía a todo lo que tocaba de un inmaculado color plateado. Frente a la ventana y pegado a la pared, una mesa de madera de roble se mostraba como lo único que podía llegar a apreciar en medio de esa profunda oscuridad.

Sobre la mesa, bañados por la luz lunar, yacían una vela asentada en un candelero humilde de arcilla y una caja de fósforos. Dispuesta a alumbrar un poco el lugar en el que me encontraba, camine un poco insegura de mis pasos hasta acortar la distancia que se oponía entre la ventana y yo. Agarre un fósforo de la caja y lo frote en ella. "Por fin voy a poder ver que se esconde entre las ramas oscuras de esta habitación", pensé. Y con la punta del fósforo cubierta en fuego encendí la vela, agarre el candelero y di media vuelta, alumbrando el lugar. Pero lo que vi me dejo perpleja. 

Me encontraba en la misma habitación en la que había estado segundos antes, antes de cerrar mis ojos; pero algo había cambiado. Con el candelero todavía en manos, comencé a moverlo a lo largo y ancho de la habitación; alumbrando cada cosa presente, aunque no había mucho. Todo era lúgubre y distante, desgastado y apagado...parecía estar cayéndose a pedazos. "La niña" recordé y comencé a buscarla allí. Pasando la vela por cada parte del cuarto, y volviéndola a pasar por los lugares que ya había iluminado, finalmente detuve mi mirada en una esquina de la habitación. Estaba segura de que ya había alumbrado esa parte.

Atónita, me quede mirando fijamente durante unos segundos ese rincón, para estar segura de que aquella figura no iba a desaparecer en cuanto me decidiera a parpadear. Finalmente mis ojos se cristalizaron y me vi obligada a cerrar mis ojos por un segundo, para mi suerte, eso no se había movido de ahí

En ese rincón había alguien, una pequeña muy delgada de aspecto demacrado acostada sobre un acolchado lleno de agujeros y suciedad, pero a diferencia de su cuerpo, en sus ojos todavía podía seguir sintiendo una chispa de vida latiendo febrilmente, aferrándose a la vida misma como un perro no quiere soltar su hueso; sin percatarse de mi presencia allí. Ahora que recuerdo, ella llevaba un kimono* diferente al de la primera niña que había visto; era mucho mas viejo, incluso podría decirse que se camuflaba en medio del aspecto descuidado que caracterizaba al cuarto en si como un par de trapos dispersos por el suelo. 

En medio de todos los pensamientos que circulaban en mi cabeza en ese momento, había uno en especial que sobresalía. ¿Donde estaba la primera nena que había visto antes de cerrar los ojos? pero mas importante, ¿Donde estoy? Esto ya no me sonaba ni en lo mas remoto a la presencia de un hogar como lo había sentido en el cuarto iluminado y de colores luminosos que había visto antes de que mi consciencia se separara de mi cuerpo. 

戻りたい. Quiero regresar.

El sonido de la puerta principal de papel washi* abriéndose detrás de mi, me obligo a dejar la tormenta de preguntas complicadas que no podía responder por mi misma para otro momento. Alguien entro. Me doy la vuelta para plantarle cara a lo que sea que hubiera entrado, espero que no piensen que vine a robar a una casa ajena; aunque la verdad esta es una situación bastante comprometedora que ni yo se explicar. 

Había un hombre de avanzada edad con un guardapolvo blanco manchado y sucio, con un estetoscopio* colgado en el cuello y una valija en la mano. Era un médico.

—Buenas noches Unmei-san.— Vio a la nena tirada en el suelo y se dirigió hacia mi— Gracias por llamarme, a simple vista ya parece estar mucho mas grave que la ultima vez que la vi...hace mas o menos ¿seis días? No recuerdo bien. Tendría que haber venido antes aunque no me llamara, no se debe subestimar a la desnutrición.  A ver, vamos a controlar en que estado estas pequeña...— Se acerco a ella y la sentó para comenzar a revisarla.

Creo que el único momento en el que vi a la pequeña reaccionar desde que la vi por primera vez, fue cuando el doctor le toco la espalda con el frío diafragma del estetoscopio*, provocandole un escalofrío. Así estuvo aproximadamente un cuarto de hora. Durante el proceso, lo vi muchas veces con cara de preocupación y confusión, tan duras que hasta me pusieron ansiosa a mi. Cuando termino, vi cómo se levantaba y caminaba hacia mí negando con la cabeza, casi como para darme las malas noticias que tanto temía que llegaran.

—Lo lamento señorita, a Nozomi-chan no le queda mucho tiempo.— Nozomi*... Esperanza... ¡Nozomi! Y ahí fue cuando todas las piezas comenzaron a unirse. "¡NO PIERDAS LA ESPERANZA!", ella había pronunciado aquellas palabras, ella había evitado que fuera a explorar las profundidades de lo que hay mas allá de este mundo. Me había salvado sin que yo me percatara de ello y había actuado como mi cable a tierra. Ella era aquella niña que estaba tirada en aquel acolchado lleno de hoyos y polvo...

El doctor la volvió a acostar para que siguiera durmiendo, sin embargo un pequeño detalle le llamo la atención. Nozomi tenia algo entre las manos, el se lo saco y por su cara de sorpresa supuse que era algo valioso, pero no podía llegar a ver con claridad que era. Estoy segura de que hizo un intento por guardárselo en el bolsillo, pero notó que yo ya lo había visto y que, por su reacción, yo sabia que era algo importante. 

Se acerco a mi, negado, y me extendió el puño cerrado para que yo pusiera las dos manos abiertas frente a el y recibiera lo que sea que hubiera encontrado. Abrió el puño y de él salió un pequeño pedazo de tela fina de seda con flores de brillantes colores que con el efecto de la caída ondeaban como las olas del mar. 

No puede ser... no puede ser... 

Pero en el caso de que si pudiera ser... 

¿Como seria posible?

Estoy segura de que esa tela era parte de la sabana que usaba la primera niña que había visto al entrar en esa casa por primera vez. Pero entonces esa pequeña y Nozomi... ¿eran la misma persona...? ¿Como es posible? La única respuesta que le puedo encontrar a todo esto es que fueran la misma persona, pero una antes que la otra.

De pronto los ojos brillantes de Nozomi-chan se encuentran con los míos, pero yo no puedo ser capaz de articular palabra, hasta que escucho que de su boca salen las palabras:

—Mamá.

♫ ♬ ♪ ♩♫ ♬ ♪ ♩

DICCIONARIO:

Papel washi*: Tipo de papel muy fino fabricado en Japón, empleándose como materia prima plantas de la flora local.

Estetoscopio*: Dispositivo médico acústico para auscultar o escuchar los sonidos internos de un animal o cuerpo humano.

Diafragma del estetoscopio*: 

Nozomi*: Nombre femenino japones, significa "esperanza".

Un Susurro EléctricoWhere stories live. Discover now