Día 7

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Lunes – 7:20 am

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Lunes – 7:20 am

—Owen, despierta... —sentí que alguien me sacudía el hombro— Owen.

—¿Qué quieres? —respondí— Déjame dormir...

—Mira, perezoso, levántate ya, no quiero llegar tarde a clases —me dijo Emma disgustada, mientras me quitaba la cobija en encima.

Abrí lentamente los ojos, me senté, y froté mis mejillas en círculos buscando despertarme más rápido. Al darme cuenta, Emma no estaba. Miré el reloj y eran las 7:22 am. Teniendo aún los ojos entrecerrados, vi que Gunter descansaba enrollada en una esquina de mi cama.

—Gunter —la acaricié—, hoy no podré estar contigo todo el día —ella abrió los ojos, se estiró y se puso panza arriba para que la siguiera acariciando—, quiero que te portes bien. No te orines en el sofá.

Me levanté de la cama, me dirigí al baño para cepillar mis dientes, me desvestí y me di un baño. Luego me agarré lo primero que encontré en el closet: Una franela gris, unos jeans negros y mis tenis. Agarré mi gorro de panda, lo metí en mi mochila junto con las demás cosas y salí de mi habitación. No me sentía emocionado por ir a la escuela.

—Toma, tu desayuno —me dijo Emma, dándome una bolsa de papel, con sándwiches dentro— ¿Ya estás listo?

—¿Para que me hagan bullying e intenten quitarme el desayuno? Claro... —le respondí con tono sarcástico.

Emma abrió la puerta y salimos a la calle. De pronto me picó la curiosidad de saber si Audrey seguiría estudiando luego de mudarse a este vecindario. Casualmente, cuando pasábamos frente a su casa, la vi salir también, con una mochila en la espalda, bajó los escalones de la entrada de su casa y vino corriendo hacia nosotros.

—¡Hey, espérenme!

—Hola, creí que no vendrías con nosotros —le dijo Emma mientras seguía caminando.

—¿Eh? —balbuceé con cara de confusión— ¿Tú sabías que vendría?

—Claro, yo la invité, ¿recuerdas ese día que estuviste de grosero tirándole la puerta en la cara? —sonrió— cuando yo iba de regreso a casa, me topé con ella, se veía confundida y decidí hablarle, allí me enteré de que era la hija de los vecinos con quienes me presenté. Entre tantas cosas, me contó que se inscribió en un instituto que quedaba a unas cuadras de su casa, y el único instituto que hay por esta zona es en el que estamos.

Cuando Emma terminó de hablar, Audrey asintió con la cabeza, afirmando que era verdad. Me miró, sonrió y yo desvié la mirada. Seguimos caminando los tres, hasta llegar a la escuela.

—Bueno, aquí me despido. Yo estoy en otra sección —dijo Emma dando media vuelta para irse a su clase, dejándome solo con Audrey.

—Bueno... ¿Y ahora? —me preguntó Audrey.

© Owen BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora