Aún recuerdo ese día, intentaba mover a mi gente para rescatarlas a las dos, en el ambiente se notaba la tensión y desesperación. Sabíamos a quién nos enfrentábamos, que el tipo era capaz de todo...Pero no de quitarme a mi niña.
Cuando ví su cuerpo...
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Lara
Camino por el pasillo, hasta llegar a la puerta de Henry, mentiría si digo que no estoy nerviosa, pero la verdad, es que estoy hecha un manojo de nervios, espero no vomitar al frente de Henry. Mis manos sudan, y mi corazón aletea fuerte en mi pecho. Toco suavemente. Al abrir veo que se pone una chaqueta, va a salir.
—Oh hola Lara.— El también está nervioso, puedo sentirlo.
—Hola, quería hablar contigo pero se que vas de salida así que ya me voy.— Me doy la vuelta huyendo como la cobarde que soy, el me toma suavemente del brazo.
—No, tranquila, puedes hablar conmigo.— Sus ojos se posan en mi, sus hermosos ojos marrones tan cálidos y amistosos.
—No, tranquilo, no quiero retenerte.— Hago un ademán para quitarle importancia a lo que iba a decir.
—Lara Hyland. ¿Estás huyendo de mi?
—¿Yo? Puff, por favor, no tendría por que huir.— ¡Maldición! Este chico me conoce muy bien, no puedo mentirle. Yo miento de vez en cuando, pero que mienta no quiere decir que lo haga bien.
—Entonces habla conmigo.
—Bien.
—Pasa.— Me adentro en su habitación, es grande, su cama yace en el centro de el cuarto, detrás de la cama hay grande ventanales. Tiene un escritorio, dos clósets, una gran televisión, y un baño.
—Tu habitación es bonita.— Afirmo cuando termino de hacer mi recorrido.
—Si, creo que es justo lo que necesito, ni más ni menos.
—¿Para que necesitas dos clósets? ¿Con uno vas a Narnia?— Escucho su risa profunda.
—No, uno es para la ropa y otra es para las cosas que utilizo para grabar vídeos.
—Ummh. ¿Y grabas aquí?
—De vez en cuando, pero casi siempre grabo en un estudio.
—Entiendo, oye quiero hablar contigo sobre nosotros.— Lo veo finalmente a los ojos, traga saliva.
—Si, claro.— Me hace un gesto para que me siente en la cama.
—Quiero decirte que ese día que te dije que no, no es porque no me gustabas, porque de hecho me gustabas y me gustas mucho. Te rechacé por temor, temor de abrirme con otra persona, de no ser suficiente para ti. No soy una novia empalagosa, pero lo intentaría por ti. A si que quería saber si quieres ser mi novio.— Okey, todo eso que dije lo hice muy rápido, espero que me haya entendido porque no pienso repetirlo. Lo veo sonreír. Rápidamente se acerca a mi y me besa, tomo su rostro entre mis manos, y le devuelvo el beso. El contacto no es dulce ni romántico, es desesperado y demandante. Los dos queríamos esto.
—Entonces...¿Esto es un si?— Interrumpo para hablar.
—Claro que si princesa.— Me regala una sonrisa que me derrite el corazón, mi pecho está a punto de explotar de la felicidad.
