El nombre de Iida Tenya se había vuelto un sinónimo de risa en la clase de apoyo, bajo los malentendidos creados comienza a formar una curiosa relación con un estudiante, cuyas chispas iluminan cual fuegos artificiales el interior del héroe. ¡Qué di...
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El gran astro comienza a ascender, ocultándose detrás del lejano horizonte y dejando en el cielo, los vestigios de los arreboles que pronto comenzarán a dispersarse conforme transcurra el tiempo. Observa los rayos de luz filtrarse por las ventanas de los pasillos de la institución, impregnando el interior de una tonalidad anaranjada y puede escuchar a la lejanía los murmullos de los estudiantes que todavía se encuentran en las aulas.
Su caminar es tranquilo y las suelas de sus zapatos resuenan en el interior. Siente la zona de sus piernas doler levemente al ejecutar su acción, por lo que se pregunta si debería ir a la enfermería; pero decide que es mejor no molestar, cuando llegue a su dormitorio descansará y se pondrá un parche para la inflamación.
Sus manos aferran con firmeza los cuadernos de actividades de sus compañeros, mientras que sus brazos soportan el peso del mismo. Como presidente de la clase tiene el deber de entregar los proyectos que les ha asignado hace apenas un par de días su profesor de matemáticas, Ectoplasm. Razón por la cual decide apresurarse para llegar al salón de maestros.
Sin embargo, sus pasos dudan por un segundo al escuchar risas y murmullos cercanos a él.
Cuando gira su rostro descubre a varios estudiantes hablar por lo bajo, mientras que sus miradas no se despegan un instante de él —o al menos eso piensa, tiende a sacar conclusiones apresuradas—. Se detiene por un momento. Vuelve a dar tres pasos y ellos se vuelven a reír por lo bajo. Es entonces que afirma que sí se trata de él.
¿No está presentable? No, no es eso. Aunque tenga clase de heroísmo en las últimas horas, Tenya siempre ha procurado cuidar su imagen. Cree firmemente que es importante ser pulcro y presentable en horarios escolares. Entonces piensa: ¿tendrá algo pegado en la espalda? Sabe que esas bromas de Kaminari han seguido sin cesar en esta semana y aunque no ha sido él un objeto de burlas, teme por un momento que esta vez él haya sido su objetivo.
Sin dejar de sostener los cuadernos de tareas, trata de girar sobre su cabeza para inspeccionar que tiene en la espalda, pero no lo logra. Gira otra vez sobre él mismo, sin resultado. Lo sigue intentando una y otra vez, asimilándose a un pequeño remolino que causa que las libretas se quieran deslizar de sus brazos. Todavía puede escuchar las risas de las personas y se comienza a desesperar un poco, no puede ver que es lo que causa tanta gracia.