Clair de lune

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Al llegar , ella se quedó mirando a Tristán  a través del cristal de la puerta , desde el pasillo. Tardó unos minutos en reunir el valor necesario para entrar . Le observó como tantas otras veces , tan vulnerable, con la mirada perdida , apoyado en su viejo piano. Le costaba reconocer al  hombre que había conocido hace años , tan enérgico...

Recordaba los tiempos felices increíblemente cerca y desesperadamente lejos a la vez. Habían sido una pareja un poco atípica ; un brillante científico , metódico y disciplinado ,una escritora con una vida bohemia...y aquel amor común por la música , tan profundo . El  mundo de los dos, aparentemente opuesto se hacia uno cuando tocaban juntos , y entonces el mundo parecía detenerse.

Cuando llegaron Tomás e Idoia fue más difícil encontrar aquellos momentos para la música juntos , pero los días compartidos con sus hijos bastaron para que no los echaran de menos

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Cuando llegaron Tomás e Idoia fue más difícil encontrar aquellos momentos para la música juntos , pero los días compartidos con sus hijos bastaron para que no los echaran de menos. Ella recordaba como habían decidido turnarse para poder seguir ensayando con grupos de amigos, pero nunca fue lo mismo .

Y después , cuando parecía que de nuevo podrían volver a tocar juntos , sucedió.

El incendio no fue culpa de nadie, pero Tristán  nunca pudo perdonarse no haber estado allí. Pensaba que si no se hubiese ido esa noche podría haber ayudado a Tomás . El humo lo invadió todo ..,en pocos minutos mientra el niño dormía , nunca mas despertó . Aquella noche Idoia había salido al jardín a mirar las estrellas y sin querer se quedó dormida sobre el césped . 

El dolor por la muerte de un hijo partió la vida de ambos en dos. Seguir adelante cada día se convirtió en un esfuerzo titánico, y por eso ella tardó algún tiempo en darse cuenta. De hecho, al principio ni siquiera le dio mucha importancia. 

Tristán se volvió huraño y reservado, desconfiado. Una tarde guardó todas sus partituras en un cajón bajo llave, como si pudiera encerrar la música. Decía a los demás que la tenía en una caja de seguridad de un banco suizo para tenerlas a salvo. Ella no entendía con lo de "poner a salvo las partituras". Se dio cuenta que Tristán empezaba a obsesionarse con un nuevo proyecto científico, hablaba de un sistema para viajar a través del tiempo. Se pasaba las horas llenando de cálculos sin sentido y algoritmos cada papel que caía en sus manos. Ella creyó que sola era una especie de ilusión, una forma de fantasear...

Poco después comenzaron los delirios. Tristán creía que era víctima de una especie de conspiración, para borrar del mundo a la música..se angustiaba pensando que tenía la misión de preservarla. Durante años ella lo vio sufrir y desesperarse, alejándose cada vez más de una realidad que no podía soportar. Le vio dejar de reconocerse en el espejo. Tristán se recordaba a sí mismo como antaño, aún joven, y no se reconocía en el anciano en el que se había convertido.

Los recuerdos de los años felices volvían a él como trazos de la conspiración, su misión era desenmascarar a los culpables para poner a salvo a su familia. En sus alucinaciones, Tomás e Idoia aparecían como dos extraños en quienes no podía confiar. Cada vez que el teléfono sonaba creía recibir de nuevo la misma orden : "Soluciónalo", "tienes que solucionarlo ya ","la solución está en tí".

Tristán no llegó a comprender donde estaba realmente, se refería a la clínica como "la corporación". Deliraba viendo a los enfermeros perseguirle con armas, pensaba que lo drogaban y se encerraba en los armarios con la convicción de que estaba escondido en la bodega de un barco rumbo a Génova.

Entonces ella, Michelle,  le hablaba con dulzura en francés como en su noviazgo, cuando jugaban a vivir en París, y con un gesto suave de su mano le llevaba a la habitación y lograba calmarle. Muy despacio, Tristán giró su mirada hacia ella y por primera vez en años le reconoció. -Michelle!!!-, exclamó. Ella contuvo la respiración y se esforzó para no llorar. -Michelle, tengo que decirte algo: tienes que creerme, tengo que intentarlo de nuevo, se que aún no lo he conseguido pero tengo que salvar a Tomás!-.

Con suavidad, ella le acompañó a la cama, le ayudó a acostarse y se sentó a su lado hasta que se quedó plácidamente dormido. Entonces, se se fijó en un pequeño trozo de papel tirado en el suelo. Recogió aquel trozo de cartón y antes de desdoblarlo reconoció los garabatos de la letra de sus hijos: "te queremos papá, Idoia y Tomás". Pasó despacio los dedos por los nombres de sus hijos y fijó su mirada en la foto. Aquellas vacaciones en Cuba habían sido unos de los momentos más felices que conseguía recordar, los cuatro juntos. En ese momento cerró los ojos y pudo escuchar la risa cristalina de Idoia, el chapoteo de Tomás en la orilla, oyó a lo lejos el dulce acento de las conversaciones amortiguado por el rumor del agua. Sintió la brisa remover el pelo y el calor del sol al atardecer. Comenzó a escuchar sonidos de timbales, como un eco de marimbas, de trompetas...sonaron maracas, y bongos, y Michelle sintió que la música de aquella isla sonaba para ella como un regalo y un augurio....




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