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Tu calidez escapa en la escarlata mucho más rápida que la mía, que ha calmado la fuga.
Inconscientemente, tomo como tiempo a los copos que bailan sobre nuestros cuerpos.
La mancha que delinea nuestros cuerpos, es el matiz de nuestro rojo; ya no quiero verlo, mucho menos como te vas mientras lo pintas.

El frío de la nieve se muda a mi mano y cuerpo. Implanté fuerza en el enlazar de nuestras manos heladas. Una vez más estaban unidas.
La distancia se acortó como el hilo de aquella leyenda, y fue troceado en pétalos que no lograban emular el color impregnado alrededor.  

Mi carmín alcanza para los dos, así que deja de hacerlo solo. Aquellos actos por los que me reprochabas.

Vuelve a confiar en mí.

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