La Llegada

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Era de noche cuando Natsume lo encontró…

El portador de soy un gato se quedó analizando un momento la situación, una casa destruida y dos cuerpos, un hombre y una mujer, que se veía habían muerto por los balazos de su pecho más que por los escombros de la casa. Todo apuntaba a un ajuste de cuentas de la mafia. Natsume mostró los colmillos gatunos ante la idea de la port mafia y su barbárica forma de arreglar sus asuntos.

Iba irse y dejar la escena de lado, él ya no podía hacer nada por los muertos, los muertos no reviven se repetía como un mantra en la cabeza, además que esas personas de nada le tocaban, sólo eran un par de desconocidos que habían hecho enojar a la persona equivocada, mejor marcharse antes que alguien de la mafia regresará para confirmar la muerte de aquel par. Se estaba dando la vuelta, dejaría atrás todo y regresaría a su vida gatuna, hasta que unos pequeños sollozos llamaron su atención.

Entre los escombros de la casa destruida, oculto dentro de un ropero que había soportado el peso del material caer sobre el, un niño se encontraba oculto, guardado de cualquier ojo curioso que le quisiera hacer daño. Natsume logró abrir la puerta con toda la agilidad que su habilidad le daba y observó al pequeño, no debía poseer más de cuatro años, con la cara y el pelo cubiertas de tierra y suciedad, dos ríos de lágrimas se escapan de aquellos orbes castaños y que ahora veían con curiosidad a aquel gato calicó que lo observaba con suma atención. El niño se arrinconó más adentro del ropero, al punto de casi hacerse uno sólo con la madera, Natsume sólo maulló por la acción, era algo predecible, al niño se le acaba de caer su casa encima y muy probablemente vio morir a sus padres, lo que sería realmente sorprendente sería que el niño estuviera menos que aterrado.
Vio un momento al niño y luego al resto del lugar, tenía que tomar una decisión importante en este momento, ¿Qué haría con él niño?, ¿dejarlo ahí? No, demasiado riesgoso puesto que en cualquier momento podría aparecer alguien de la mafia y podría dar con el pequeño, ellos no dudarán en darle el mismo final qué a sus padres para dejar su punto claro la mafia no tenía clemencia por nada y por nadie. Tampoco es como si pudiera llevárselo, Natsume era un hombre mayor y  estaba cercano a su retiro, si tan sólo sus estúpidos estudiantes se apuraran en aceptar su plan de los tres horarios él ya no estaría viendo su retiro como algo tan cercano y lejano a la vez.
Empezó divagar entre lo mucho que quería retirarse y lo estúpido que eran sus dos estudiantes, dejando al niño de lado que ya no lo veía con tanto miedo sino, más bien, con cierta curiosidad. El niño estiró su manita lo más que pudo intentando tocar a un distraído Natsume, apretando los labios al ver que no podría tocarlo desde la comodidad de su esquina en el ropero; se tomó unos momentos para juntar toda la valentía que su pequeño cuerpo pudiera recolectar y saltó hacia el gato mientras gritaba “gatito” a todo pulmón.
Un alarido de gato, un rasguño a los mofletes del niño y una luz blanca después y él pequeño ya no estaba frente al gato calicó sino sobre a un hombre mayor con un caballo, que para la mente infantil del pequeño se veía divertido, el cual le miraba sorprendido. Un niño normal se sorprendería por ver aquel cambio “mágico” pero Dazai de normal sólo tenía la estatura, por eso cuando vio a Natsume convertirse en hombre sospechoso, cómo lo llamaría su mamá , en lugar de regresar a su lugar seguro dentro del ropero, como tantas veces le habían dicho sus padres, empezó a aplaudir y reír pidiendo que el hombre hiciera su “truco” otra vez.
Natsume vio horrorizado al niño, ¿es que acaso tenía un tornillo zafado? , también trataba de entender que había pasado, un momento el era un gato y al siguiente fue obligado a ser un hombre de nuevo. Natsume cruzó miradas entre un divertido Dazai y la escena y luego comprendió. Parecía ser que el niño tenía la habilidad de anular poderes, eso explicaba unas cuantas cosas para Natsume, como porque la mafia mató a los padres y porque el niño estaba oculto. Ahora lo tenía más que claro, no podía dejar al niño en ese lugar pero tampoco podía quedarse con él.
Natsume se quedó pensando unos momentos hasta que una idea le sacó una sonrisa.
Levantó al pequeño Dazai y buscó una mochila en donde metiera sus cosas que se quisiera llevar, no eran muchas cosas de por si las que el niño pudiera recoger.
“por cierto, ¿Cómo te llamas?”
“Dazai Osamu, señor gato”
“bueno Dazai, te voy a llevar con tus nuevos papás, ¿Okey?”
“Okey”
Natsume se divertiría un tiempo a costa de sus estudiantes predilectos

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