Extrañarte ¿Para qué?

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A pesar de la total calma de la playa, mi proceso de recuperación era lenta, las probabilidades de salir bien de aquella decepción eran bajas, tenía que reconstruir mi estabilidad.
Pasaron los días no paraba de sentirme culpable por mi situación.
Junto a mi se estacionaban los recuerdos, hiriendo una vez más mi corazón,
haciéndose gotas que se convertían en lluvia,  y así desatando una avalancha  en mi mirada, que sentía que jamás terminaría.
Necesitaba una botella  de whisky, unas cervezas, y una lista de canciones tristes, quería sacar todo mi dolor ya estaba por clausurar mi maldito ciclón de emociones, del cual ya no me iba a dejar vencer, ya había aguantado bastante.

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