Capítulo1: La punta del iceberg

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Había pasado una semana exacta luego del incidente.Días antes Marcos había pasado por nuestro antiguo apartamento y recogido todas sus pertinecias,tarea que le había facilitado debido a mis repentinos deseos de quemar gran parte de su ropa.

Ni siquiera protestó,cosa que supuse,sabía bien que era en vano.Como mismo se limitó a decirme un frío "que te vaya bien" seguido de un asentimiento mudo de mi parte. Era inevitable,todo se había acabado.

Recuerdo que esa noche llegué exhausta de la oficina. La vida de una abogada no era muy fácil que digamos y había estado toda una semana analizando un caso de violencia marital que me tenía de los nervios.

Llegué a casa y respiré profundo.El desván lucía demasiado desnudo sin la alfombra roja que decoraba el suelo. Me dejé caer en el mullido sofá y recosté mi cabeza contra el respaldo del mismo. Lo bueno de haber pasado por tantas rupturas era que el proceso de superación era mucho más rápido.

Luego de tomarme unos minutos para reponerme y quitarme los altos tacones destroza dedos me dirigí al cuarto de baño dispuesta a tomar una rápida ducha.

Me desnudé e introduje mi cuerpo lentamente en el agua cálida. Siempre era una sensación relajante. Luego de enjabonarme lentamente cada centímentro de mi cuerpo decidí armonizar la atmósfera con un poco de música. Sin apenas salir de la bañera extendí la mano para alcanzar mi teléfono móvil que reposaba en en váter. Con sumo cuidado presioné mi lista de reproducción favorita y una suave canción de jazz fluyó por la estancia.Cerré los ojos dispuesta a disfrutar de la deliciosa melodía pero a los pocos minutos me quedé completamente dormida.

Cuando desperté,lo primero que noté fueron mis dedos completamente arrugados producto al tiempo que había pasado sumergida en la bañera.Sonreí al imaginarme como una diminuta pasa a punto de ser engullida. Me arqueé intentando estirar un poco la espalda y salí lentamente de la bañera. Alcancé una toalla y me envolví en ella. Había sido un día largo y me apetecía irme temprano a la cama. Tomé mi cepillo de dientes y me posicioné frente al espejo...

Mi semblante cambió por completo. Me froté los ojos fuertemente hasta que me ardieron y abrí el grifo rápidamente para enjuagarlos. Ladeé la cabeza hacia un lado, fruncí el ceño y me dije que seguramente estaba soñando... Pero eso no parecía un sueño, en lo absoluto. Era algo semejante a una pesadilla.

Con movimientos lentos llevé mi mano hacia mi cabellera y palpé temerosa aquello que nacía de mi frente. Era una estructura dura y puntiaguda que me lastimó un poco cuando la presioné. Y eran dos.

—Santa madre de Dios...—musité entre asombrada y horrorizada.

¿Eso era acaso posible?

Me senté en la bañera con los ojos queriéndose salir de las órbitas y respiré profundo. Tomé grandes bocanadas de aire para no entrar en pánico pero no estaba funcionando. Mi cerebro tenía aún mucho que procesar, aunque ni siquiera yo sabía que estaba ocurriendo.

—Genial Amelia— me dije sarcásticamente— Genial...No solo te pusieron los cuernos, sino que ahora los tienes en tu jodida frente. Genial.

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