°Capitulo Unico°

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Por fin lo había conseguido. Después de años de amistad entre ambos, siendo el último par cargados con una fuerte atracción, Tamaki por fin había conseguido que su mente, su corazón y su cerebro coordinaran para por fin, confesar sus emociones al que, hasta el momento, era su mejor amigo, pero que ahora, había pasado a convertirse en su pareja oficialmente.

Para ambos era algo nuevo, es más, incluso verlos juntos traía a la memoria aquellas relaciones que florecen durante la escuela primaria; los primeros inocentes pasos en los que solo se refleja amor puro, sin tentaciones carnales o emociones negativas de por medio, llevándolos a ambos a cumplir casi 2 meses juntos sin haber probado todavía los labios del otro.

Ese fin de semana, Tamaki había quedado con sus padres para ir a cuidar de la enferma hermana de su madre, cuya casa quedaba en las faldas de la montaña, en un claro cercano a un bosque.

Después de la escuela, Tamaki se encontraba empacando las últimas cosas que necesitaba mientras que con el hombro sostenía su celular contra su oído

—¿No sabré nada de ti en 3 días?— preguntó Mirio al otro lado de la línea, levemente ansioso

—Me temo que no, mi tía insistió en vivir en lejos landia sin ningún tipo de comunicación más que un teléfono anticuado— mencionó Tamaki empacando el repelente de mosquitos —Pero tranquilo, voy a estar bien—

—Pero quizás te eche de menos—

Eso enrojeció bastante las mejillas de Tamaki; agradecía que Mirio no estuviera ahí para verlo de esa manera

—¡Tama chan ¡Apresúrate, tenemos mucho camino por recorrer!— era la voz de su madre, seguramente desde la puerta

—¡Ya voy!— dijo rápidamente antes de volver a su llamada— Lo siento, me tengo que ir, mi madre ya me está apresurando—

Mirio soltó un suspiro

—Esta bien, supongo que te veo el lunes— mencionó Mirio

—Si mi tía no se pone peor

—Te quiero— mencionó Mirio seguro de sus palabras

—Yo también te quiero— mencionó Tamaki, un poco tembloroso; como si todavía no se lo creyera del todo, antes de colgar la llamada

Tamaki cerró y tomó la maleta de su cama, se puso una gorra y salió a reunirse con sus padres en la puerta.

[...]

Fueron horas de camino en las que Tamaki las pasó principalmente dormido en el asiento de atrás, y cuando estaba despierto, miraba por la ventana contando letreros en el camino.

La primera noche para Tamaki fue la más difícil; la cama era algo dura, las sábanas le parecían algo frías, su mente activa no lo dejaba conciliar el sueño y la leyenda del bosque que su tía le había contado durante la cena no ayudaba demasiado.

Al llegar a la casa algo que destacaba mucho era que la tía de Tamaki tenía coronas de ajos colgando en el exterior de las puertas y de las ventanas, y apenas entrar, se podía encontrar con pequeños frascos con agua repartidos por todas las superficies planas de la casa y que en el exterior tenían una cruz dorada.

Terminada la cena y bajo el disfrute del postre, sabiendo que estaba en un lugar seguro con su familia, Tamaki se atrevió a hablar

—Tía, ¿Porqué el ajo y el agua bendita?— preguntó

—Afuera, en el bosque, hay una criatura maligna Tamaki, sedienta de sangre y siempre en busca de algo indefenso para saciarla. Solo me quiero proteger de ella— mencionó su tía, contestando a la pregunta de su sobrino

Aíma | Mirio x TamakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora