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*Sofia*

Su esposa tenía una amante.

Esa era la única explicación por la que a pesar de que las cosas volverían a ser como antes o incluso mejores, ella siguiera saliendo todas las noches. Aunque, claro, ya no llegaba tan tarde y su ropa no resultaba tan provocativa como antes. Y su relación ciertamente había mejorado.

Ahora Sofia llegaba temprano a casa, almorzaban juntas todos los días, paseaban y charlaban, casi como antes.

Todo había mejorado, pero Dove seguía saliendo todas las noches. Estaban juntas en la cama viendo la tele, cuando ella le dijo que tenía que salir.

- ¿Salir? Pero ¿Por qué? Está haciendo frio y la película esta buena. Todos los días sales, ¿porque simplemente no llamas a tus amigos hoy y les dices que no vas? – Sofia quería darle su espacio, no quería presionarla, si ella realmente tenía una amante, probablemente la dejaría si ella se pusiera a acosarla ahora.

- Lo siento, no puedo, Sofia - Por su cara podía decir que realmente lo sentía. Pero le resultaba increíblemente molesto vivir con aquella duda.

- Entonces, ¿porque no me llevas? – La siguió, mientras ella se terminaba de maquillar. – Puedo acompañarte, estaríamos juntas, no faltarías a tu compromiso y podríamos venirnos temprano. – Su esposa le hizo un gesto al espejo y luego tomando su bolso se acercó a ella.
- Realmente quisiera que fuera posible, pero hoy no se puede. Se me está haciendo tarde. – Se acercó y beso sus labios. Tenía una expresión, casi de dolor en su cara. – Te prometo que apenas me desocupe, vuelvo. – Salió de la habitación dejándola allí, pensando que podría hacer.

Después de dudar unos segundos, tomo su chaqueta, la cartera y sus llaves y salió por la puerta, dispuesta a seguirla. Tenía que saber, de una vez por todas, que era lo que hacía su esposa todas las noches y lo más importante, con quien.

Acababa de entrar en el taxi, cuando su teléfono sonó. Al ver el número en la pantalla, dudo si debía contestar. Hacía semanas que no hablaba con Sabrina, pero ella tampoco había vuelto a llamarla, quizá fuese una emergencia. -¿Hola?... claro, ya voy para allá. – Quizá fuese una mala idea, pero no perdía nada con intentar. Le dio al taxista la dirección del apartamento de ella y respiro profundamente.



Los tacones la estaban matando, ni siquiera cuando estaba en la universidad le gustaba usarlos demasiado. Estaba totalmente agotada y ahora lo único que quería era ir a casa, con su esposa. Las últimas semanas habían sido total y completamente, perfectas. Sofia era de nuevo, aquella esposa dulce y encantadora, que siempre estaba preocupada por ella y con la cual podía compartir todo, sin importar que fuera. No había llegadas tarde, excusas para evitar almuerzos o cenas. Nada de llamadas, ni actitud sospechosa. Parecía que el episodio de la rubia, había quedado totalmente en el pasado.

En algunos momentos, sobre todo cuando estaba sola, Dove recordaba aquellos días y sentía la rabia fluir en su interior, pero con el pasar del tiempo, la rabia y el rencor fueron desvaneciéndose, hasta desparecer totalmente.

Lo único en lo que podía pensara ahora era en Sofia, su amada Sofia. La que la abrazaba y besaba dulcemente en las noches, la misma que también la despertaba de forma apasionada y ardiente en las mañanas, la misma, que sin importar que ella no hubiese vuelto a pronunciar frases de amor hacia ella, le decía una y otra vez que la amaba, no solo con palabras, también con su cuerpo, con pequeños detalles, como dejarle notitas en el tocador o la cocina, o con las rosas, que iba a robar cada mañana, al jardín de las vecinas. La misma, que la había hecho la mujer más feliz de la tierra durante cinco años y ahora volvió a hacerlo de nuevo.

Contaba los minutos para verla de nuevo. Había pensado organizar una cena romántica y darle la noticia, pero estaba tan emocionada, que no podía esperar. Se lo diría esta noche. Le diría que sabía de Sabrina y su aventura, le diría que eso ya no le importaba, que la perdonaba y volvería a decirle: Te amo.

Luego le daría la noticia del bebé . Cuando el doctor se lo había dicho en la mañana, casi que no lo podía creer. Un bebé .

Estaba montándose en el coche, cuando le llego la llamada de Sarah. No le había dicho nada de la reconciliación con Sofia, ni de lo que había pasado. Le hizo creer que ella seguía con el plan de venganza, porque creía que su amiga no la apoyaría, pero con el bebé en camino, las cosas eran diferentes. Además, Sarah era su mejor amiga desde el colegio, por su felicidad haría lo que fuera.

Llego al edificio de su amiga y se detuvo en el estacionamiento, habían quedado de encontrarse en la cafetería de la esquina. Dove tomó sus cosas, pero antes de salir del carro, se fijó en una rubia que salía en pijama, de espaldas a la puerta del edificio, se quedó mirándola porque le parecía familiar. Sus ojos se ampliaron y luego se llenaron de lágrimas al reconocer a la mujer que salía detrás de la rubia. Era su esposa. Se quedó observando mientras Sofia se despedía de ella con un beso en la mejilla y luego paraba un taxi para irse. Un golpe en la ventana de su carro, hizo que diera un salto. Giro la cabeza y vio a su amiga mirándola con cara de lastima.

- Es que... no puedo creerlo. – Estaban sentadas en un bar. Luego de que Sarah llegara, habían conducido por una hora, hasta frenar allí.

Dove sentía su corazón destrozado. No podía creer que después de cómo habían sido las últimas semanas, Sofia siguiera con su amante.

- Realmente lo siento, Dove. Si hubiese sabido que esa zorra vivía en el mismo edificio que yo, jamás te hubiera dicho que fueras. Después de todo, el mundo es un pañuelo, mira que la amante de tu esposa vive en el mismo edificio que yo. - Sarah la abrazo, pero eso no era suficiente consuelo para su corazón roto. – Igual era de esperarse que siguieran juntas, parece que después de todo, tu venganza no funciono. Creo que lo mejor ahora, es que le pidas el divorcio y la dejes. Si quieres, ahora mismo vamos a tu casa y te ayudo a empacar. Puedes quedarte en un hotel. O nos vamos de vacaciones, a alguna parte, donde tú quieras. –

¿Irse lejos? ¿Dejar a su esposa? ¿Justo ahora, que estaba embarazada? No. No, no podía hacerlo. No sabía porque estaba Sofia con aquella mujer, pero lo averiguaría. Haría lo que debió haber hecho desde un principio. Enfrentarse a ella, con la verdad.

-No, Sarah. No me voy a ir a ninguna parte. Voy a hablar con Sofia. – La cara de su amiga, le decía que creía que se había vuelto loca de remate. Eso no tenía importancia. – Le diré que sé que ella tiene una... aventura. Y luego, le pediré que me lo explique. Debí habértelo contado antes, pero Sofia y yo hemos estado mejor que nunca luego de que ella llegara borracha a casa hace un mes. Las cosas han sido mejor, que cuando éramos recién casadas. Yo... sigo amando a mi esposa. Y no puedo creer que ella me siga siendo infiel. Así que, voy a ir hablar con Sofia y pedirle una explicación. Tal vez todo sea un malentendido y haya ido a terminar con ella. – Le rezaba a Dios porque así fuera. – Voy a hacer lo que debí haber hecho desde un principio. Darle a Sofia la oportunidad de defenderse. – Se agacho a besar la mejilla de su amiga y salió.

El aire frio de la noche la ayudo a despejar su mente. Mientras conducía camino a casa, pensó en todas las formas que podía encontrar de hablar con Sofia, en todo lo que le diría. Aparco el coche en el camino de entrada y se bajó, no tenía tiempo de parquear dentro del garaje, tenía que hablar con su esposa, ahora.

Las luces de la casa estaban apagadas y todo en la calle estaba bastante silencioso. No importaba, despertaría a Sofia y hablarían. Estaba buscando las llaves en su bolso cuando sintió un golpe en la parte trasera de la cabeza. Trato de agarrarse del pomo de la puerta, pero el mundo comenzó a dar vueltas y se desvaneció.

Antes de perder el conocimiento pudo ver la figura borrosa, de una mujer que se agacho junto a ella. -Lo siento, pero no puedo permitir que vuelvas con ella. –

La oscuridad la absorbió por completo y lo último en lo que pudo pensar, fue en Sofia.

Infiel -Dofia adaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora