Cap: 1 inicio de sombras

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   Muy poco es lo que puedo hablar de mi vida antes de los 15 años, una infancia llena de risas y juego inocentes con párvulos niños, de los cuales; no recuerdo ni un rostro.

   Junto a que mi carente memoria, era de esperarse algo como ello. De mis días como infante solo puedo contar aquello, de mi adolescencia, y florecimiento en los campos de un pueblo algo renombrado entre las ciudades más importantes, por lo que mi educación se pensaba que sería buena, y/o almenos simple. Pero en contrario fue decadente. Esto por un acontecimiento futuro, del cual nadie en el país. Ni los cercanos pensaría que llegase a pasar en ningún instante. Del cual contaré en más adelante.

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   Todo aparte de lo ya contado, es ya casi imaginable hasta el próximo punto del relato.

   Entre mis insignificantes días, en una de las casas de educación de aquel pueblo, miraba como en los inicios de un nuevo día, tras haber pasado ya meses desde mi última lección por la llegada del invierno; comenzaba un nuevo año al comenzar la primavera. el sol estaba más claro que nunca haya visto, esto. Tras haberse ocultado por la mitad de un año, siendo un astro que iluminaba las ventanas como si de lámparas se hablase. Daba a la madera de las casas y estructuras una esencia de vida y florecimiento, a diferencia con la que despedían en las pasadas temporadas, sintiéndose lúgubre, yerno y congelado. Pero era algo común en estas partes del país, a lo que todos se había acostumbrado, declinandose a la bebida los más débiles al frio. Aún así algo que siempre brillo y fue carta de bienvenida a lo que podría decir mi lugar natal; fueron aquellos bellos, coloridos y vivazes árboles. Si, árboles. Mi pueblo fue reconocido por la belleza de la flora en su adyacentes rededores, siendo la principal fuente de comercio, su agricultura brillo por muchos años al punto que ningún árbol genealógico; logra renombrar algún periodo donde no fuese así.

  Esa belleza decoraba aquel enorme y largo pasillo donde aprendía los que me decían que sería útil en mi vida. Entre clases y datos que comprendía pero eran tan pocos relevantes sentí la necesidad de tomar un descansó a puras ganas. Y entre cada clase que duraba dos horas; daban un pequeño descanso de hora, así mientras casi decaia en mi haciendo dejaron tomar un descansó, y logrando mantenerme avispado y consiente me levanté y camine sin rumbo. Hasta llegar al centro más concurrido de la casa, siendo un campo cementado y estructurado, para varias disciplinas deportivas, a pesar que se podía hacer de todo ahí, el primitivo deseo de una simple competencia, era el que dominaba en el campo; siendo siempre, el deporte de rofut el más jugado. Y hasta acepto, que inclusive yo en mis épocas más párvulas; donde, solo queria reír, y también. Hacer reír a los demás, no era un deseo de llamar una menester atención. Era más un deseo de querer fortalecer lazos; pero los falsos lazos con unos mancebos, me hicieron malgastar emociones, solo por quienes quería ayuda y nada más. Al punto de perder el afán de buscar otro compañero. Pero tras recordar todo eso espabilé, regresando en mi. Mirando los grandes campos alrededor de la casa buscando alguna razón de mi esmeró. Pero no logré nada.

   Me senté en un banco de manera oscura. A las bases de un árbol de flores, el cual a sus raíces se lograba ver unos pocos pétalos caídos; los cuales se volverían más a la llegada del verano. Pero. Al inmutarme por el gruñir de mi estómago, sacaba una manzana de smird. Distintiva por crecer solo en estos  pueblos de la cordillera y su pronunciado color amarillo dorado. Sintiéndose como un fruto sagrado, y hasta cierto punto; el sabor lo consolidaba. Sin aviso, recibo un pétalo en mi cabeza, como pura coincidencia dejándolo en la raíz, al terminar mi manzana dejé lo poco en lo más pegado al tronco de este. Mirándolo con admiración, y dejándolo detrás al aproximarme al campo. Y ver como de manera primitiva, se desempeñaban casi de manera profesional en jugar; aunque, fueran solos jóvenes en querer denotar su virilidad.

Una Penosa ExistenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora