Hace no sé cuánto tiempo mi cuerpo está inerte y sin vida, frío tirado sobre la cama en esa habitación.
Mi mamá, fue a la policía a hacer la denuncia por mi desaparición, pero hasta que no pasen 48hs, no pueden tomársela, lo primero que le preguntaron era ¿Si no me había ido por un noviecito?, Lloro toda la noche en brazos de mi papá, mi hermano, puso una foto mía en Facebook diciendo que estaba desaparecida que si sabían algo de mi que diéramos aviso, la publicación se compartió muchísimas veces en tan solo horas, mi hermano se la compartió a los de las noticias locales, todos ponen cosas como ojalá aparezca sana y salva, y dándole fuerza a mi familia. Lastimosamente soy un número más, de las que no vuelven, soy otra cifra en una estadística de mierda.
Papá irónicamente está asustado, él que siempre fue tan fuerte, tan rígido, ahora tiene la mirada perdida y apagada, está de pie por mi mamá, por mis hermanos. Papá está yendo a casa y la señora de la verdulería lo frena.
- Yo la vi ayer, como cada martes – le dice
- Iba a clases de educación física – responde él y sus ojos se empañan
- Va a aparecer – trata de reconfortarlo – es una gran niña, no creo que nadie quiera lastimarla – papá le sonríe y ella lo abraza.
Parece que se han olvidado, que no importa si sos buena o mala persona, hay gente a la que no le importa eso, solo le importa sus necesidades. Egoísmo en su máximo esplendor.
Papá sigue el camino a casa, casi el mismo que hice yo, antes de todo, el mismo de siempre.
Mamá fue otra vez a la comisaría, volvió a insistir, esta vez le tomaron la denuncia, le hicieron preguntas como ¿tenía novio? ¿Se drogaba? ¿Se iba a ver con alguien?¿Cómo iba vestida?¿Puede ser que esté donde una amiga?¿Discutió con usted o alguien de la familia?¿Que fue lo último que ella le dijo?, Con paciencia todas y cada una fueron respondidas, no; no; no, iba a la escuela y nunca llegó; joggins negro, musculosa roja, campera impermeable negra, mochila azul, zapatillas de lona negra y un paraguas verde; no, todas sus amigas llamaron para preguntar si sabíamos algo de ella; no; que la espere para tomar mates que ella traía las facturas.
Denuncia en mano, mamá salió de la comisaría y camino a casa, yo oficialmente soy una desaparecida en democracia.
Mi cuerpo sigue ahí, al parecer los tres cagones se asustaron, no estaba en sus planes matarme, pero no todo siempre sale como es debido.
La puerta de la habitación donde mi cuerpo yace se habré, el del tatuaje entra con bolsas de residuos lleva guantes, ahora lleva guantes irónico ¿No?. Envuelve mi cuerpo en las sabanas que cubren la cama, me atan, y me meten en las bolsas, soy basura, a eso me han reducido. Una vez que termina con su labor se va, otra vez estoy sola, solo que ahora estoy tirada en el piso como una alfombra vieja que hay que desechar.
Mi desaparición llegó a las noticias, y le hicieron entrevista a mi mamá, ella dijo como iba vestida, hacia donde iba, y hace cuánto que no sabían nada de mi. Solo habían pasado 24 horas pero, se sabe que cada segundo cuenta. Yo ya no vivo y ellos recién pueden empezar a buscarme.
La policía ahora informa que van a revisar las cámaras debido a la hora que salí de casa. Pero por donde me agarraron se que no hay, por eso me agarraron en esa cuadra. Por eso fue en esa esquina.
Una chica lo contacto a papá para ayudarlo a difundir mi foto, para asesorarlos y ofrecerle su ayuda en lo que necesite. La está esperando en un café, no le gusta dar la dirección de casa a desconocidos aunque vengan con buenas intenciones. En las noticias aparece mi caso, “no se sabe de ella desde ayer a las 15 ha cuando salió de su casa para ir a la escuela a su última clase de la semana, sus padres y hermanos la buscan intensamente, esta es ella si alguien sabe el paradero de ella comuníquese con la comisaría más cercana” muestran una foto mía, que sacaron de mi perfil de WhatsApp, donde solo se ve mi cara y de fondo la playa, foto que me saque en las vacaciones con mi familia. Papá dejo de mirar la tele del café porque le duele, y sino va a llorar y él no llora.
A sus oídos llegan comentarios de los presentes.
“pobre de los padres deben estar sufriendo” “ojala la encuentren con vida” y otros menos alentadores como que me lo busque, o que seguro ando drogándome por ahí preocupando a mis padres al pedo. Papá por dentro llora y quiere gritar que se callen todos, que ninguno me conoce y no pueden opinar. Pero se calla, termina su café lo paga y se va, no quiere esperar a que lo ayuden, está cansado de los prejuicios. Y se siente culpable por cada comentario y prejuicio que ha salido de su boca alguna vez, ahora siente vergüenza de haber pensado alguna vez así, de haber sido básico de pensamiento.
Los tres responsables de mi muerte vuelven a la habitación, ya esta por oscurecer, que conveniente, levantan mi cuerpo, lo cargan cómo cargar basura, me meten dentro de una heladera vieja y la ponen boca abajo para que la puerta no se habrá, dentro de una camioneta, la van a tirar a algún descampado o al basurero. No sé donde pero, una vez más soy basura. Desechable basura. La camioneta arranca y ellos van sumamente callados, maneja el del tatuaje. Manejan por un buen rato, cruzando calles, avenidas y esquinas, me tiran en un descampado, en uno que está lleno de basura, la puerta de la heladera está pegada para que yo no caiga de adentro, nos tiran; a la heladera y a mi, nos desechan y se van, como si nunca hubieran hecho algo malo, como si no me hubiesen arrebatado la vida, de esa manera tan morbosa y egoísta.
Día tres
No se sabe nada de mí…
Y a mi no me dieron la oportunidad de despedirme de mi familia, de abrazar por última vez a mi mamá, de decirle que la amo y que agradezco todo, todo lo que me enseñó, de besar la mejilla de papá, de decirle que lo amo y que a pesar de que siempre me exigió excelencia, se que lo hizo por mí bien, para que llegue a ser alguien en la vida, para que pueda tener un futuro mejor. No pude estar un ultimo rato con mis hermanitos, decirle que se cuiden, que respeten a las mujeres, que cuiden de papá y mamá que se porten bien y que sean grandes personas al crecer.
No me dieron tiempo a nada, cuando salí de casa, no sabía que no iba a volver. Me quedaron muchas cosas por vivir.
Terminar la escuela, una carrera universitaria, un trabajo, enamorarme, sufrir por amor, ver a mis hermanos crecer, ver a mis amigas cumplir sus sueños, viajar. Vivir, me quedo vivir por hacer.
Quiero llorar pero no puedo, ya estoy muerta. Ahora el dolor es de los que me quieren. De los que me van a extrañar.
Ya no me voy a sentar a tomar mates con mis padres en el desayuno, papá no va a llevar a la escuela en su auto antes de irse a trabajar, mis compañeros y mis amigas no me van a poder preguntar si hice la tarea o cuánto me dio la ecuación número 5 de matemáticas. No va a haber un plato para mi en la mesa para cuando llego a casa. Ya no le voy a pasar a comprar un cigarrillo suelto al señor del quiosco o voy a saludar a la señora de la verdulería, incluso ya ni el perro me va a ladrar de ante mano para que me asusté. Ya no vamos a hacer maratones de películas los viernes con mis hermanitos, tampoco me van hacer llevarlos a los cumpleaños. Ya no me van a decir “cuando tengas un novio que se cuide porque si te hace llorar lo matamos”. Ya no voy a disfrutar de los domingos en la casa de la abuela con toda la familia. Ya no voy a cumplir más años, mi vida se acabó, la acabaron a los 16 años.
¿Es mi culpa?
No, no lo es, yo no lo pedí, yo no lo busque, yo no lo indique. Y si lo hubiera hecho nadie pero nadie tiene el derecho de terminar con mi vida cómo lo hicieron, de abusar de mi cuerpo, o de tratarme como basura.
Ellos tienen el problema no yo.
Hay personas rebuscando entre la basura, me van a encontrar, al menos mi familia va a dejar de esperanzarse en vano.
La heladera donde estoy metida es zarandeada con fuerza, tratan de abrir la puerta, está pegada, murmurando pero no escucho bien lo que dicen. La heladera vuelve a quedarse quieta, más murmuros y después nada.
No sé cuánto pasa, ya no manejo el tiempo, solo quiero que me encuentren para que mis afectos dejen de esperarme.
Se escucha un golpe seco y fuerte y la heladera se sacude, otro golpe y otro, hasta que la puerta sede y se abre. Al abrirse mi cuerpo envuelto cae al piso y se escucha un grito.
- No toquen eso – dice una voz – vayan a la policía que vengan
Unos nenes salen corriendo hacia la comisaría, estoy en un baldío, y una familia que buscaba, no se qué, me encontró.
Los nenes llegan con apenas un policía.
- ¿Que pasa acá? – preguntó el oficial
- Vi la heladera – relata el hombre – y bajamos para verla, para ver si tiene arreglo o algo
- Al grano señor – le exigen
- Bueno la vimos y estaba trabada no podíamos abrirla y me pareció sospechoso, la abrimos a la fuerza y cayó eso de adentro – señalo la bolsa dónde está mi cuerpo.
- ¿lo tocaron?
- No señor
El policía se aleja y habla con la comisaría, y en un rato hay más de diez policías y un fiscal esperando a que habrán la bolsa para ver si contenido.
Se me hace eterna la espera.
Un oficial, con guantes y traje desechable corta la bolsa, y al abrirla se escucha una exclamación de sorpresa por todo los presentes, la bolsa que me envuelve es evidencia, abren la sabana que está manchada con flujos corporales y mi vómito, no hay sangre, salvó la de mi vagina destrozada, y mi virginidad robada.
El fiscal de turno toma nota mientras llega la ambulancia.
Me suben a esta y me llevan a la morgue del hospital más cercano, llevan a la familia a declarar a la comisaría.