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Concentrado, trazaba las últimas líneas del gran retrato. Suspiró, por fin después de tanto tiempo lograba terminarlo. Como ya estaba al día con toda la obra, también se puso al día con su vida. Presionó el botón de la contestadora.

—Steve, soy yo, Sharon. Necesito que me reemplaces mañana en la oficina del doctor Xavier, ¿podrías por favor? Avísame. Adiós.

En eso, un castaño de largos cabellos apareció en una bata negra, con café en mano y un sándwich en la otra.

—Buenos días, vecino—saludó con la boca llena.

—Hola—saludó de vuelta Steve mientras observaba bien al hombre frente a él—sírvete—dijo, cuando notó que este comía su comida.

—Gracias, no tenía comida—se excusó el Omega.

—No se para que gastó saliva—susurró el rubio para luego salir de su oficina, siendo seguido por su vecino y también mejor amigo—. Buck, te dí esa llave para emergencias.

—Lo es, necesitaba cafeína.

Sin ni siquiera preguntar, se lanzó a la gran cama del rubio, poniéndose cómodo mientras el otro buscaba sus cosas.

—Se me hace tarde para mi primer cliente—explicó mientras buscaba sus llaves—, si quieres quédate, desayuna y por favor, báñate. Pareces vagabundo con esos cabellos.

Bucky rodeó los ojos antes de que Steve saliera.Él rubio salió con gran alegría de su hogar, no sin antes dejar un pequeño beso en la fotografía de sus padres, quienes fallecieron hace cuatro años, desde entonces, se sentía abandonado... hasta que conoció a James y Natasha. Ellos eran su familia ahora, pero tampoco descartaría la opción de conocer a una linda chica y por supuesto, casarse. Con esos pensamientos llegó a la casa de su primer cliente del día.

—Hola, Steve—saludó amable la anciana.

—Hola, ¿y los muchachos?

En ese momento la anciana gritó dos nombres completamente extraños, entonces dos hermosos perros aparecieron y se lanzaron a Steve, quien con alegría acaricio sus cabezas. Sin demorar un minuto más, tomó las correas y salió con ellos a dar su respectivo paseo, no sin antes despedirse de la amable anciana. En el camino, pasaron recogiendo otro perros. Si bien Steve se dedicaba a  la pintura, esta no cubría con sus gastos. Por lo que tenía que estar realizando constantes trabajos de medio tiempo, algunos eran agotadores, pero la paga era excelente. En algunos se divertía, como pasear perros pero otros le incomodaban un poco, como ser reemplazante de la secretaría de un médico.

Decidió que hoy irían a pasear a la playa, era un hermoso día soleado y sería una pena desperdiciarlo. Mientras caminaban cerca de las olas, un joven pasó vendiendo periódicos, no dudo en comprar uno, le gustaba estar informado. Procedió a leerlo cuando encontró un lugar cómodo para descansar junto con las mascotas. Fue así, como llegó a la última hoja, la que contenía el horóscopo.

—El amor esta en el aire hoy—leyó en voz alta—nadie se resistirá a tu obvio encanto—miró a uno de los perros que estaba montado sobre otro—. Creo que tu horóscopo es muy claro—rió, antes de golpear levemente a los perros con el mismo objeto para que se detuvieran—. Leeré el mío.

"No debes salir de casa muy tarde, y no te esfuerces tanto... el amor está frente a ti" leyó.

Como si esas cosas pasaran, pensó. No creía mucho en eso del horóscopo, pero ojala alguna vez se cumpliera. Él perro más chiquito que paseaba, se puso a ladrar al frente sin ninguna razón, iba a llamarle la atención, pero primero quiso ver que había llamado la atención del perro.

Un suegro de cuidadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora