Uno.

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Marzo.

Donghyuck era terrible jugando ajedrez. 

Era absurdo, considerando que el moreno ocupaba el segundo lugar en el ranking de notas de su clase, pero parecía que cada vez que se sentaban a jugar, su cerebro salía corriendo. Donghyuck mismo también lo sabía, y muchas veces se había quejado en voz alta sobre ello, pero nunca había dicho que no. Jeno proponía jugar y Donghyuck aceptaba, incluso si sabía que iba a perder. Era tradición. 

Esta vez, sin embargo, los lugares se habían invertido y era Donghyuck quien le estaba dando una paliza en su propio juego. Ya había matado a más de la mitad de sus piezas y por lo que se veía, estaba a punto de ganar también. A Jeno no le importaba, estaba distraído de todas maneras.   

Distraído mirando a Donghyuck. Observando sus cejas juntarse, cuando fruncía el ceño mientras pensaba. Sus ojos amables, que se paseaban por sobre las piezas y que luego se posaban en él cuando era su turno. Y su boca. Tenía admitir que su perdición había llegado en el momento en que se le ocurrió mirar su boca; Donghyuck se mordía los labios cuando pensaba, y aunque era un gesto que hacia sin pensar, a Jeno le parecía un mofa en su cara. 

Porque quería besarlo y no podía. 

Quizá si no supiera como sabían los labios ajenos la situación fuese mucho más manejable, es dificil extrañar algo que nunca has tenido. Pero él lo sabía. Ya había besado a Donghyuck antes, como parte de un juego, así que sabía lo suaves y dulces que eran sus besos.

Sus pensamientos lo asustaban, pero hacia unos días que había entrado en un consenso consigo mismo y admitido que lo que pasaba por su cabeza no era otra cosa más que amor. Amor del verdadero. Y que era algo separado de todo el cariño que llevaba su amistad con Donghyuck.  No lo había admitido al principio, porque sabía que era raro, porque Donghyuck no lo veía así y porque de todas formas su amigo ya tenía a alguien.

Y se había regañado mil veces, por ser tan tonto y tener que esperar a que Donghyuck tuviera novio para darse cuenta. Parecía hasta sacado de una mala película de romance.

Pero, por suerte (aunque fuese egoísta de su parte pensarlo de ese modo), la cosa con Woojin no había durado mucho, solo dos semanas (las peores dos semanas de su vida si tenía que ser sincero), y Donghyuck no parecía estar muy afectado por ello considerando que había sido su primer novio. Jeno había esperado llanto y melodrama, pero en realidad Donghyuck parecía casi inerte con el tema, como si se lo hubiese visto venir. «A lo mejor y significa algo» pensaba, para darse esperanzas. A lo mejor la cosa con Woojin no había funcionado porque no era el indicado. 

Woojin no era él.

Jeno sabía que quizá él no era el indicado, no era perfecto, y aún tenía mucho por aprender y por madurar. Pero si tuviera la oportunidad de ser el dueño de los suspiros de su mejor amigo, haría todo lo posible por ser el mejor novio del mundo. 

—Hyuck...

—¿Mhmp? —murmuró el moreno, sin prestar atención.

Jeno volvió a decir su nombre y le jaló un mechón de pelo porque quería que lo viera a la cara, incluso si realmente no estaba seguro de lo que quería decirle. Soltó una risita cuando el otro intentó pegarle a ciegas y lo que hizo fue atrapar su mano entre las suyas, apretándola con fuerza como si eso pudiera darle valor para lo que estaba por hacer. 

¿Le decía o no le decía? Lo peor que podía pasar sería que Donghyuck le dijera que no y luego tener que pasar unos días sumidos en un ambiente de incomodidad y tensión (ya había pasado antes, aquella vez el año anterior cuando los habían retado a besarse en una fiesta. Y lo habían superado, luego de mucho trabajo). Y lo mejor sería que el moreno realmente aceptara su confesión y pudieran... Pudieran estar juntos, como una pareja. 

Dime que Si ➳ NoHyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora