Luminiscente átomo de espontaneidad,
vida que muere y resucita una vez más,
oasis de belleza y resplandor que desaparece una vez más,
cuerpo celeste que atraviesa el cielo y zurca la oscuridad profunda del vacío,
anillo de Saturno que cubre tu silueta entre las paredes de un mundo cuadrado,
que se desdobla cuando llegas,
porque eres la gravedad que atrae cada pensamiento a tu centro,
que me acerca cada vez más a tu cuerpo, dulce luna blanca,
casi transparente, que con tu piel de porcelana nublas mi mente,
o la esclareces para ver una vez más
tu rostro en la soledad de miles de personas que me rodean, pero no me acompañanObtuso yo, que no comprendo la imposibilidad de besarte, la utopía de observarte en un vasto cielo, arrebol que sueño, a tu lado sentado en la calle que nos lleve a algún recoveco.
Pero solo veo cómo te ondeas en el cielo,
Te observo desde mi habitación,
Solitario te miro desde este triste suelo,
Ondeas mientras dices adiósTus ojos me miran a través de tu pelo rizado, que oculta el resto de tu cara y que recoges luego.
Cabellos de lluvia, mientras se derrama por tu vestido blanco, mientras tus pasos marcan perfectamente el ritmo de su caída. Esa eres tú y eso es lo que hacías, y este soy yo, que respiro profundo para saber si estuve allí o no, para saber si estuve en ese momento, si compartí ese momento contigo, tus ojos, dos agujeros negros que me llevaban a ningún lugar, y al mismo tiempo, a todos. Me miran a través de tus lentes que se posan sobre tu piel casi oscura en la noche.
Luego me voy, y solo te observo desde mi habitación, veo cómo te ondeas en el cielo y dices adiós.
Quizás nunca me entendiste porque cantaba para tí en palabras que, a lo mejor, yo mismo incomprendía, tal vez nunca pertenecimos al mismo espacio y tiempo, y quizás aún te quiera, aunque sea desde la lejanía que hasta ahora mantenemos, en ese cielo distante que habitas en mi cabeza de pescador, donde eres una medusa. No quiero atraparte, pero tampoco deseo que te alejes completamente.
Mi cabeza es una ciudad que pertenece a otra época.
Tú no tienes tiempo ni lugar, eres solo tú.
Un océano profundo y angosto,
Un cielo libre y lleno de gozo.Las melodías que escribí están rotas, y nada tiene sentido, pero pienso que tal vez deba ser así,
todo es un caudal de sensaciones y momentos confusos, quizás no pude transformar y solo destruí.