I.

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Esas no eran las horas para entrar a clase de Biología aquella mañana, y Lena lo sabía con claridad. Su mano temblaba mientras apretaba con fuerza su mochila, y sin elevar la mirada golpeaba tres veces en la puerta de madera del aula en la que tenía aquella clase. Para ser sincera, Lena no sabía si quería que la profesora Danvers le abriera la puerta, o si prefería que la dejaran en el pasillo a solas. Sus dudas no tuvieron mucho lugar en su cabeza cuando unos segundos después la puerta se abrió frente a ella.
Lo supo porque la luz de las ventanas del aula la golpeó casi de frente, si no fuese porque su rostro estaba completamente cubierto en parte por la capucha de su gruesa remera, y su cabello negro.

—Luthor, ¿otra vez tarde?— la pelirroja sentada en la silla del profesor miraba a Lena con algo de tristeza, la muchacha era una estudiante brillante, destacaba en absolutamente todas las materias, el único problema que tenían con ella, es que casi siempre llegaba atrasada a sus clases. Lo que hacía que sus calificaciones de conducta no fuesen tan altas como las académicas.

—Lo… Lo siento… Me… Me quedé dormida…— la pelinegra habló con la voz muy baja mientras se removía incómoda en su lugar, esperando a que la profesora Alexandra le permitiera pasar a su asiento, y por fin dejase de ser el centro de atención en aquella aula, sentía todos los ojos pegados en ella, y eso sólo hacía que se sintiera muy incómoda.

—Creo que pedirte que no se vuelva a repetir es… Inútil. Pasa, siéntate. Y quítate esa remera que no corresponde al uniforme.— Lena empezó a caminar hacia su asiento y se tensó al escuchar aquella última orden, detuvo su caminar junto a su asiento.

—No… No puedo quitármela...— dijo mientras dejaba su mochila en el asiento y se sentaba despacio y con delicadeza en aquella silla de madera, juntó sus piernas y colocó sus pies en punta nerviosa, mientras sus codos se apoyaban en la mesa y jugaba ansiosamente con sus dedos.

—Luthor, ya he tenido suficiente con que primero interrumpas mi clase llegando tarde, como para que encima exista la posibilidad de que me llamen la atención por dejar que lleves ropa no correspondiente al uniforme en clase. Quítate la remera, o te enviaré a inspección en este momento.— Alexandra Danvers se encontraba de pie en aquel momento con los brazos cruzados mirando a Lena quien temblaba en su asiento ante aquella amenaza.

—E…Está bien…— murmuró la pelinegra resignada, no podía permitir que la mandase a inspección, no podía dejar que le mandasen un llamado de atención a casa, eso provocaría que Lionel se enojara… Y no quería que eso pasara por nada del mundo. Lentamente se puso de pie, la pelirroja pudo notar que la muchacha temblaba mientras bajaba el cierre de su remera despacio, y empezaba a sacarla de su cuerpo. El rostro de Alex pasó de la severidad al asombro y luego al terror al ver lo que se revelaba ante sus ojos.
Los brazos, y el cuello de la pelinegra estaban cubiertos de moretones, algunos se notaban recientes, y otros más antiguos, pero eso no fue lo que hizo que se acercara a ella tan rápido como sus pies se lo permitieron, con sus manos colocó de nuevo la remera en el cuerpo de la frágil muchacha procurando que nadie más la viese así, mientras observaba el motivo de su acercamiento; los golpes en su rostro y los restos de sangre en su nariz y labios.

—Ven conmigo.— Alex se llevó a la joven fuera del aula mientras dejaba una tarea a los curiosos alumnos que empezaban a cuchichear sobre el estado de su compañera. Una vez en el pasillo Alex se agachó a la altura de Lena y retiró con cuidado sus mechones de cabello. La pelinegra miraba hacia el suelo como la mayoría de las veces. —¿Qué te ha pasado, Lena?— sintió a la más joven tensarse y elevar los hombros.

—Me… Caí por las escaleras cuando bajaba de mi habitación…— murmuró de manera mecánica sin mirar a su maestra que notó la falsedad de sus palabras antes de que estas salieran de su boca.

Está oscuro aquí. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora