2

15 0 0
                                    

Mis pensamientos descabellados acerca de lo que había ocurrido me rompían la cabeza, sabía que no iba a tardar en volver.

Tenía que hacer algo. Rápido.

Pasados unos minutos decidimos salir a lo desconocido, lo que te puede apuñalar en la espalda y, no lo sabes, hasta que ya es demasiado tarde.

El silencio yacía sobre nosotros, sabíamos que sería mejor estar callados. En voz muy baja acordamos ir a la puerta principal. Luego de dos minutos caminando en puro silencio vimos la salida. La luz de la Luna penetraba el vidrio de la puerta. Cuando estábamos a unos metros de la salida el enigma aparece, se paró al lado de la puerta, comenzó a hacer arcadas y sacó una llave de la boca. Nosotros lo estábamos observando, atónitos.

Asomó su mano a la puerta y, lentamente, la trancó, negándonos la libertad que deseábamos.

Comenzó a caminar hacia nosotros, en un momento así lo único que podíamos hacer era huir. Corrimos hasta el final del pasillo, y solo quedaban dos opciones, derecha o izquierda. Al voltear lo vi a pocos metros de nosotros. En ese momento dijo Marcus que nos separásemos, tres a la izquierda y los demás a la derecha. La figura se acercaba y decidimos poner en práctica lo que había propuesto Marcus.

Sin pensarlo adjudiqué que yo iba a la derecha, Julia dijo

lo mismo. Nos separamos, y habría que tener suerte para que el enigma no fuese hacia nuestro lado. Seguí corriendo unos metros y me di media vuelta, para nuestra mala suerte el enigma se dirigía hacia nosotros, ignorando a Áxel, Marcus y Lola.

Le dije a Julia que siga corriendo, llegamos al final del pasillo y, por suerte, habían unas escaleras que nos dirigían al segundo piso.

Al tener al desgraciado a nuestras espaldas decidimos subir las escaleras, con el fin de perderlo. Subimos y sin pensarlo con detenimiento nos escondimos en unos baños, yo me escondí en uno que estaba al fondo y Julia me siguió, estaba aterrada y no se quería separar de mí. Nos subimos arriba del retrete y esperamos. Como aquella persona enferma que espera una cosa, La Muerte.

Escuchamos pasos lentos, tenía la certeza de que nos estaba buscando a los alrededores del baño, para nuestra suerte era un baño gigante.
Comenzamos a escuchar golpes de las puertas, Julia estaba pálida, aterrada y comenzó a ponerse nerviosa, rápidamente le tapé la boca, intentando que el hombre no nos detectara. Estábamos ubicados en la antepenúltima puerta del baño, y seguíamos escuchando golpes, el infeliz estaba abriendo cada puerta, una por una.

Con el corazón en la garganta y abrazado de la chica que amaba, pensaba que era nuestro fin, que nos iba a agarrar y asesinar sin problema alguno. Cuándo el hombre abrió la puerta donde estábamos sentí que la muerte tocaba la puerta, ya era la hora, ya era el fin.

Sin embargo escuché un ruido al lado del hombre, al segundo el hombre cae y Áxel estaba con una pala, mirándome.

-Rápido, hay que salir de aquí -dijo Axel, mi ángel de la guarda-. No tardará en recobrar la consciencia.

Axel y Julia salieron primero, cuando di un paso hacia la puerta el hombre me agarró el tobillo. Desesperado le comencé a pegar patadas con el otro pie, sentía que una cadena se había puesto en mí pie. Le grité a los demás para que me ayudasen, y el hombre al verme con la retaguardia baja, me agarró el otro tobillo, caí y no sé porqué no me cubrí la cabeza, y me la dí contra el suelo. Me esperaba lo peor, el lunático me agarraba con fuerza, veía borroso, pero vi a Áxel entrar con su pala renacentista y me desmayé, pero lo último que sentí, fue que ya no tenía cadenas en los tobillos.

Asesinato en el LiceoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora