⊱ Próximamente: Romρᥱ Lᥲs Pᥙtᥲs Rᥱgᥣᥲs ⊰

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Su cuadernillo permanecía en manos ajenas a las propias, y el miraba con culpa, nervios y miedo — ¡No lo destruya! ¡Eso significa todo para mi! —exclamó, y trató de arrebatar su cuaderno de las manos del hombre

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Su cuadernillo permanecía en manos ajenas a las propias, y el miraba con culpa, nervios y miedo — ¡No lo destruya! ¡Eso significa todo para mi! —exclamó, y trató de arrebatar su cuaderno de las manos del hombre.

El director Luzerne se recargo de su propio escritorio. Mirando al menor con esa mirada de superidad — En ese caso... —el niño de ojos verdes, extendió sus manos ilusionado, creyendo que su cuaderno sería devuelto. Sin embargo, fue lanzando a la cubeta con pintura que el mismo hombre había mandado a traer— A ver si consigues aplicarte, que seas nuevo no quiere decir que no sepas el reglamento —añadió.

El menor de la estancia, de solo quince años miraba aturdido, de par en par como su cuaderno se hundía poco a poco en la pintura negra que había en la cubeta.

Sus lagrimales se llenaron de agua, pero ninguna gota escurrió, apretó los dientes, tan fuerte que pensó se los rompería. Sus manos se hicieron puño.

Él quería llorar, cosa que el hombre no pasó por alto, y soltó una sonora carcajada. Riéndose del dolor ajeno-— ¿Quieres llorar? —habló con un tono jacoso exagerado — Ten —cambió drásticamente su tono de voz, a uno más serio.

El blondo miró lo que le estaban entregando, y se percató del nombre de dicho mini cuaderno. "Reglamento" leyó—. Lee la regla número 16 y leelo en voz alta -ordenó.

Él abrió el cuadernillo, y buscó la regla que se le había indicado leer.

Cuando la encontró, suspiró discretamente antes de comenzar su lectura en voz alta sobre la misma. — Todo acto de creatividad no pedido por la escuela será..., destruido —enarcó una ceja.

— ¿Que sucedió? —el pelirrojo se acercaba al blondo, con quien había entablado una amistad rápidamente

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— ¿Que sucedió? —el pelirrojo se acercaba al blondo, con quien había entablado una amistad rápidamente.

Los ojos verdes se plantaron en los turquesa. — Metió mi cuaderno en..., una cubeta llena de pintura negra. —entristecido, su mirada bajo al suelo.

El pelirrojo palmeó sus hombros, y le trato de animar con una sonrisa — ¿Que idiota hace eso? ¿De dónde carajo sacó ese viejo una cubeta llena de pintura negra? —se acercó a su compañero.

— Supongo que esto es una escuela militar.

— No, pero cerca —añadió— ¿quién se cree que es? Tipejo lamebotas —dijo en ofensa al director de la institución— No tienes que dejarte tratar como basura.

El de cabellos dorados comenzó a reír — Pero tu te dejas. No hables ironías —se encogió de hombros, y se dejó caer en el césped, el pelirrojo lo imitó.

Sus ojos turquesa se mantuvieron en las nubes, buscando formas en ellas. — Rompió todas tus obras... ¿Y ahora?

— Ahora yo romperé sus putas reglas.

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