Esta historia trata sobre un chico llamado Misael Flemming, el cual siempre sintió una gran atracción hacia los misterios. Esa curiosidad, le creó ciertos problemas a su madre, por lo difícil que resulta controlar a una persona con esas tendencias que en algunos momentos pueden resultar peligrosas. Misael, un día leyó acerca de un lugar en las Américas que era poco frecuentado por las grandes desapariciones que se habían reportado. Se trataba de "El Triángulo de las Bermudas", del cual se han escuchado interesantes historias, pero que nunca había investigado. Al Misael continuar indagando sobre este lugar, le interesó visitarlo para conocerlo de cerca y corroborar algunos relatos.
Al pasar los días la curiosidad seguía creciendo, al punto de que ya era su sueño llegar al famoso territorio. Al quedar cerca de Puerto Rico, donde nació y residía, decidió alquilar un bote y llegar allí para vivir la experiencia. El viaje tardó alrededor de 8 horas y consiguió llegar al famoso Triángulo de las Bermudas. Cuando se iba adentrando, notó que el color del mar cambiaba a uno más oscuro y el cielo comenzaba a tornarse grisáceo, como si se avecinara una tormenta. La aventura era impresionante y comenzó a sentir miedo. También su ansiedad reflejaba que indiscutiblemente el viaje era sumamente peligroso.
Luego de lo que parecieron horas, Misael vio a lo lejos algo parecido a una isla, notó el verdor de los árboles, la luz que irradiaba a su alrededor, como si la isla fuera un misterio de los que pueden presenciarse en películas de ficción. Misael remo rápidamente hasta alcanzar la orilla, se bajó rápidamente del bote y sintió algo extraño en su interior. Nada lo detuvo y decidió ignorar lo que se debatía en su mente, para buscar las cosas que habitaban en la isla secreta. Siguió su recorrido y caminó por hermosos senderos llenos de verdes árboles y coloridas flores. De un momento a otro comenzó a escuchar un fuerte zumbido, como si se tratara de miles de avispas. La curiosidad lo llevó a buscar de dónde provenía este zumbido y a su lado pasó una gran abeja de su mismo tamaño. Era impresionante y comenzó a correr, huyendo del gran fenómeno que al parecer lo perseguía.
Pero las experiencias seguían latentes y de momento le dio con detenerse para contemplar lo que tenía de frente. Estaba al borde de un acantilado y al fondo se podía contemplar un hermoso bosque, con un verdor inigualable, que jamás había visto en ninguna parte del planeta. Era notable, una gran cascada con agua cristalina y grandes árboles llenos de frutos. En realidad, se trataba de un Paraíso.
Misael recordó por qué corría y se volteó, escuchando el zumbido de lo que parecían ser más abejas. A llegar a donde había dejado el bote, notó que no podía tocar el agua, como si una barrera se lo prohibiera. Fue entonces cuando le llegó a la mente que una luz rodeaba la isla y se dio cuenta que tal vez era una capa protectora.Lo que Misael pudo comprender, es que esa capa probablemente protegía todo lo que habitaba en ese lugar y se encargaba de que nada escapara. Así que todo lo que entraba jamás lograba salir, para que la gente no supiera de ese territorio insólito y nadie tuviera la oportunidad de arruinarlo como los demás lugares del planeta.
Él tampoco sabía que las personas jamás lo recordarían, y si lograba escapar nunca le iban a creer ya que era esquizofrénico. Además, los habitantes de la isla decidieron colocar esa capa para protegerse de la peor raza que habita la tierra, los humanos.