Los seres humanos al sentirnos solos hacemos cosas inexplicables, al sentir el sentimiento del abandono, de que no tienes a nadie a quien abrazar, besar, alguien con quien hablar, simplemente nos encerramos en nosotros mismos y es difícil lograr salir.
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Llegó una nueva familia al vecindario, vivirían en la casa misteriosa, la que nadie había querido comprar por los grandes misterios. El chico los observaba sin expresión alguna desde la ventana del ático, el sabiendo que nadie lo ve, nadie lo notará y podrá hacer de las suyas. Una linda chica se bajo del camión en el que llegaron las pertenencias de la familia, la chica sonrió al ver la casa y siguió caminando hasta la puerta. El chico notó lo bonita que la chica era, rizos dorados, piel de porcelana y de cara tierna. Escucho los pasos de la familia dentro de la casa y quiso ir a conocerlos.
-A ella le hubiera encantado este lugar- escucho decir a la madre y la chica se quedó en silencio.
-Claro que si- dijo el padre.
En la sala habían muchas cajas que tenían que abrir y la chica solo miraba a sus padres mover las cajas. De repente ella se levanto y subió las escaleras hasta llegar a la que sería su habitación, un lugar espacioso y vacío.
El chico estaba detrás de ella mirándola detenidamente, el sabía que ella no podía verlo pero sentía que algo no le cuadraba.
La chica se giró y le sonrió al chico peli negro y de ojos como zafiros.
-Hola- le dijo ella en voz dulce.
-¿Me-m-e puedes ve-er?- preguntó el chico confundido y tartamudeando.
-Si, y tú me puedes ver a mi- le dijo ella.
-¿Como es eso posible?- preguntó el.
-Habrán razones- ella le sonrió- ¿como te llamas?
-Caleb, ¿y tú?- dice el
-Ariadna- dice antes de girarse y mirar por la ventana.
Caleb decido alejarse lentamente y bajar al primer piso, al bajar de encuentra con una foto recién colocada, era de la familia y parecía ser una foto antigua, en la que salía Ariadna junto a su familia. Caleb de repente escucho pasos detrás suyo y se giró para ver a Ariadna parada al final de las escaleras.
-Esa es mi familia, y me extrañan- le dijo ella.
Justo en ese momento aparece la madre de ella y sube las escaleras, pasó a un lado de Ariadna como sino hubiera nadie.
-Estoy tan sola como tú Caleb- le dijo ella en voz seria y mirándolo fijamente a los ojos.
Lo que Caleb no sabía es que Ariadna había muerto hace un año en un accidente automovilístico y su muerte había sido duro y lenta. Ella decidió velar por su familia y seguir con ellos. Ariadna no sabía que Caleb se había suicidado en el ático de esa casa por la depresión y la soledad de haber perdido a sus padres en esa misma casa por culpa de un asalto.
Ambos se entendían, ambos eran compatibles, se complementaban la soledad, y vivieron en la gran casa por décadas.