Capítulo 1: Las barracas

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Me levanté temprano sintiendo el escozor de los rayos del sol pegando sobre mi rostro. Llevábamos más de tres días viajando y aún no había rastros de nuestro destino.

Me enderecé observando el paisaje a mi alrededor, nada había cambiado desde que me había quedado dormido, ya llevábamos más de tres días viajando. Me hubiera gustado moverme más rápido, usando uno de los transportes que estaba acostumbrado a usar, pero en ese inhóspito lugar aún no había llegado la tecnología y eso era parte de mi misión, así que no me quejé.

Revisé el espacio intentando encontrar alguna falla en el sistema, pero todo parecía estar en orden. Sabía que los rebeldes me esperarían al final del camino y que me había ganado su confianza, pero aun así sentía cierta inseguridad por ser aceptado.

Llegamos a uno de los tantos puestos de avanzada y nuevamente revisaron el vehículo. Cada uno de esos controles me molestaba, pero sería insultante que no los tuvieran. La rebelión más grande que había visto el país no podría ser menos que eso. Nuevamente se aseguraron de que no cargara armas y por primera vez revisaron que no llevara drogas y les di un punto por eso. Hasta ahora había sido demasiado fácil ingresar a sus filas.

Mis acompañantes fueron cambiados cada cierto kilómetro y ninguno se había dignado a cruzar palabras conmigo, lo cual agradecía. No me gustaban las charlas casuales y mucho menos en una situación como aquella.

Pasé unos cuantos controles más, cada uno más exigente que el anterior y cuando mis esperanzas de llegar ese día se habían desvanecido, la vi. La base se divisó a lo lejos. Edificios precarios de una ciudad abandonada y tiendas alrededor, nada digno de admirar, pero suficiente para desestabilizar a un gobierno.

Avanzamos los últimos kilómetros y el vehículo se detuvo. No necesité que me ordenaran bajar cuando ya lo estaba haciendo. Dos hombres armados se acercaron a nosotros a cara de perro y a pesar de eso los saludé

—¿Lee? —preguntó uno mirándome de arriba abajo, yo solo me limité a asentir— Sígueme.

Caminé por las barracas viendo cuidadosamente donde pisaba. El lugar era irregular y había gente tirada por todos lados. No eran tantos como pensaba, pero era de esperarse que no se encontraran todos juntos, ni que me dejarían conocer la ubicación del resto, seria arriesgado. Llegamos a uno de los edificios y los hombres que me acompañaban se pararon cada uno a un lado de las puertas. Los miré con cautela, no quería generar más fricción entre nosotros y sin esperar ninguna orden entré.

El lugar era oscuro, frio y húmedo. Les tomó unos segundos a mis ojos acostumbrarme a él, pero pronto pude ver con normalidad.

—¿Lee Taemin? —preguntó el único hombre presente. Su mirada penetrante y aguda me observó. Se notaba que había estado en varios enfrentamientos, ya que pude reconocer el sentimiento reticente.

—Si —respondí al instante, ya no sabía cuántas veces había respondido esa pregunta hoy, pero lo hice de todas formas, sabía que debía ganarme su confianza, porque él era importante. Con un gesto de manos me invitó a sentarme en la silla frente a él y así lo hice.

—Mis informantes mi dijeron que participaste de la redada en el puente de ShariFi ¿Eso es verdad?

—Si señor, me uní a la rebelión despues de eso.

—Me dijeron que te rebelaste de tu cuadrilla cuando intentaron atacar a un grupo de nuestros niños.

—Así es señor, soy un Taemin con emociones. Se que los niños son el recurso más importante, no podía dejar que los maten.

—¿Por qué debería creerte? —cuestionó poniendo sus codos sobre el escritorio, inspeccionándome más de cerca—. No eres el primer Taemin que me llega ¿sabes? Y créeme que pocos decían la verdad ¿Por qué tu serias diferente?

Oblivion (2min)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora