Prólogo

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Rusia Meyer, un nombre tan peculiar como quien lo poseía.

Nadie podría esperar que una joven chica de apenas diecinueve años tuviera a una ciudad entera respetándola. Una ciudad que nunca fue santa, ya que siempre estuvo llena de pecado, y pecadores como él: Kaiser, aunque realmente ese no era su auténtico nombre.

¿Por qué Kaiser? Bueno, a decir verdad, eso seguía siendo un misterio para Rusia. Quizá para que las bandas enemigas no supieran demasiado de él, para protegerse en los intercambios de droga o similares, aunque descartó la idea en el momento en el que descubrió que todo el mundo conocía su nombre y no tan solo su alias.

Si que es cierto que investigó a cerca de ello, pero lo único que logró averiguar es que un Kaiser en Alemania era considerado un emperador, y a raíz de esto si que consiguió unir algunas piezas, a fin de cuentas, eso era lo que se le daba mejor, el juego mental.

Oh sí, era una jodida experta.

Tanto que consiguió entrar en el corazón de Kaiser.

Quizá en un principio por protección y seguridad, como afirmaba ella. Pero lo que su mejor amiga sabía de sobras era que Kaiser también se coló en su corazón de Barbie.

Barbie, así solía llamarla Kaiser.

Ian, así solía llamarlo Rusia. No había cosa que le molestara más a Ian Lozh que la simple acción de usar su nombre en lugar de su apodo, pero por alguna extraña razón, a su Barbie se lo dejaba pasar.

Pero los tiempos cambian, y con ellos las personas.

Ian cambió a mejor después de ella, pero para que el Kaiser pudiera reconstruirse, Rusia tuvo que destruirse a sí misma, para de alguna forma donarle sus propias piezas, desmoronando la persona que era antes y transformándose en una nueva, la rusa.

Después de todo, ¿quién iba a imaginar que una niña de tan solo diecinueve años que antes pertenecía a una adinerada familia fuera la sicaria más cotizada y temida del lugar?

Porque al contrario de otras, cuando le rompieron el corazón no se puso a llorar. Recogió sus lágrimas y las usó de balas contra sus enemigos.

La rusa se dio a conocer rápido gracias a una especie de leyenda urbana, que decía que jugaba con sus víctimas al famoso juego de la ruleta rusa.

Nunca se ha sabido si esto era un mito o una realidad, ya que ni el mismísimo Kaiser sabía de lo que era capaz esta nueva Rusia, esa que sin saber era invención suya.

Ian enseguida observó que la población de la ciudad de Dam's Lair enseguida supo distinguirla, gracias a su apariencia nórdica, que destacaba en sí. Lo cual hizo que algunos recién llegados pensaran que de ahí venía su alias.

La última vez que se encontraron cayeron ríos de sangre, pero hubo una diferencia clara: Ian salió herido, Rusia no.

"Nunca le cuentes tus puntos débiles al enemigo, los usará en tu contra", le recordó en numerables ocasiones a su preciada Barbie, sin embargo fue él mismo quien bajó la guardia, y casi le cuesta la vida.

Cada noche Ian recordaba con exactitud las palabras que le dedicó la Rusa aquella noche:

"Supéralo, nada es para siempre. El cigarro se consume, la luz se apaga y las personas cambian"





Bienvenidos a esta nueva novela :)

Debo advertir que en esta novela no glorificamos ningún acto tóxico, comportamientos violentos o similares, recordad que todo esto es FICCIÓN y debemos separarlo de la realidad. También contiene lenguaje vulgar y contenido +18.

Si no te gusta este tipo de contenido, simplemente no leas.

Y finalmente os doy a todos la bienvenida a El caos de su mirada.

El caos de su mirada ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora