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La pequeña de cabello oscuro, que caía ondulado por sus hombros. Vestía medias blancas, un tapado azul marino que le llegaba a las rodillas, y sus zapatos negros de charol. Iba por las calles segura,de a pasos daba saltitos y se distraía por las diferentes cosas exhibidas en las vitrinas, como juguetes,libros o cualquier objeto que fuera lo suficientemente brillante y colorido para llamar su atención, pero nunca perdía de vista su destino.

Abigail guiaba tirando de la mano a su elegante y culto padre Hannibal,quien observaba el entusiasmo de su hija con una sonrisa.Era padre soltero desde hacía seis años exactos ese mismo día. Había decidido adoptar un bebé para criarlo y darle todo lo que su riqueza y sabiduría le permitieran, nada iba a faltar le, y si bien sería un padre afectuoso y permisivo, no faltarían los límites.

Desde hacía tiempo se sentía solo al no tener un compañero,y decidió hacer las cosas al revés. Primero el bebé y luego el esposo.Si bien tenía dudas al principio todas se disiparon al ver a la bebé de ojos azules que jugaba con su nariz.De inmediato supo que ella sería su hija y la amaría por siempre.Algo en ella le recordaba a su querida hermana Mischa,y la cuidaría como no pudo con ella.

–Papi,papi,es allí– Abigail daba saltitos y apuntaba a una tienda a unos pasos de donde estaban–.

Ambos entraron a la tienda de animales y Abigail se apresuró a ir a la sección de animales.Hannibal suspiró.No sabía cómo su hija logró convencerlo de que por su cumpleaños le regale un animal.Sólo sabía que no podía decirle que no a la niña de ojos brillantes y rogaba que eligiera una mascota pequeña que no necesitara muchos cuidados.Él no era muy asiduo a los animales y nunca había poseído una mascota.

Se dedicó a dar una mirada alrededor,leyendo folletos para el cuidado de los animales.Si de verdad iban a tener un animal por la casa debía aprender al igual que su hija los cuidados que requerían.

Miró alrededor y no encontró a Abigail.Se aproximó al pasillo en el que ella fue y no la vió por ningún lado.El lugar era más grande de lo que parecía en el exterior.Hannibal perdió el aire tranquilo que lo caracterizaba,no soportaba la idea de que algo le pasara a la niña.

–Abigail–su voz firme pero preocupada, avanzó por el pasillo de los peces. No debía encontrarse muy lejos–¡Abigail!– la encontró de pie junto a un hombre de unos treinta años que estaba arrodillada junto a ella y sostenía la correa de un perro labrador rubio pequeño–Aquí estás-Hannibal suspiró y se arrodilló junto a la niña comprobando que nada le había pasado–.

–Disculpe,señor, le mostraba a su hija los perros que tenemos–Hannibal se reincorporó y se detuvo a observar al contrario. Éste tenía el cabello alborotado oscuro y ojos azules.Parecía algo desaliñado,como si le prestara más atención a los animales que a su aspecto. Aunque tenía un cierto atractivo–Mi nombre es. Will, trabajo en la sección de caninos–Will sonrió y Hannibal lo imitó. Estiró su mano para que el otro la estreche, y lo hizo aunque el gesto le pareció algo formal–Ah, si me disculpa-señaló a una pareja que veía los animales–cualquier cosa que necesiten me avisan-Hannibal asintió y fue junto a su hija–.

–Abigail,no estoy seguro de que un perro sea un buen animal para que cries siendo tu primero, deberías empezar con uno más pequeño y fácil de cuidar, como un pez–Hannibal sugirió, pero la niña se encontraba viendo a los caninos y parecía que había encontrado a uno perfecto–.

–Pero, papá–la niña hizo un puchero–¡Mira qué lindo es este!–Hannibal observó al animal. Era un perro pequeño, escuálido, completamente negro de cabello corto y orejas y cola puntiagudas. En su opinión era un perro bastante poco agraciado.Cuando sonreía sus dientes afilados relucían blancos.Era como una especie de monstruo diminuto,el cual poseía ojos negros brillantes y curiosos.Todo en él era oscuridad–.

–No diría que es un animal demasiado atractivo a la vista–Hannibal fruncía el ceño viendo a la bestia que le devolvía la mirada desafiante–Tiene carisma y una temple inquebrantable. Deberás cuidar de él muy bien Abigail, no es un perro doméstico–.

–Lo sé papá, lo haré– la niña unió sus manos e hizo un puchero. Su padre río ante ese gesto–Lo cuidaré muy bien y le enseñaré a dormir y hacer sus necesidades fuera de la casa, porfi–estiró la última sílaba–.

–Muy bien entonces –Hannibal asintió–vayamos a buscar al empleado que estaba aquí hace un momento para revisar el papeleo–.

–¡Muchas gracias, papi!–Abigail abrazó la cintura de su padre y sonrió ampliamente–Te quiero muchísimo–.

–Y yo a ti, Abi–Hannibal la alzó y le dió un beso a su hija en la mejilla para luego dejarla en el piso y tomarla de la mano–.

–Oh, disculpe –el hombre de cabello alborotado se había distraído con otro perro al que consentía–¿Necesitan ayuda? –Hannibal le sonrió. Aunque era un mal empleado, pues tenía la ropa llena de barro y era distraído, no le parecía rudo–.

–Mi hija adoptará este animal–le señaló a la especie de incubadora en la que estaba –.

–Muy bien, siganme por favor, luego podrán llevarlo a casa para jugar–si bien la pequeña no quería despegarse un segundo de su nuevo amigo los siguió, mientras veía juguetes para el perro –.

–¿Es suyo ese perro, Will?–a Hannibal le sorprendió que un perro ya adulto estuviera en la tienda, y más porque éste tenía las patas embarradas e iba de la correa de Will–.

–Oh, Winston, sí –acarició al perro de cabello claro –lo adopté hace poco,lo encontré en la carretera y tuve que llevármelo a casa. Parece que había escapado de su hogar–.

–¿Tienes muchos perros? –A Hannibal  le parecía sumamente interesante este hombre –.

–Son siete en total con este –Hannibal se sorprendió, y esperó que eso no le haya dado ideas a su hija, pero está miraba los peces–Algunos dicen que tengo un problema–rió–pero me gustan demasiado los animales, sobre todo los perros –.

–Este pequeño debe ser especial entonces–aunque no era propio de él, Lecter acarició el lomo de Winston–para que lo traigas al trabajo, debe haber un fuerte vínculo entre ambos–Will estaba en el mostrador llenando unos formularios. Hannibal observaba cada acto que éste realizaba.Desde morder la lapicera, hasta tocar su cabello–.

–Sí, definitivamente hay un fuerte vínculo de por medio. Aunque no lo traigo, él me sigue.La primera vez que lo hizo casi se agarra una pulmonía así que para ahorrarme molestias viaja en el asiento delantero conmigo–Hannibal sonrió.No le gustaban demasiado los animales,pero tampoco le gustaban los niños hasta que decidió ser padre y Abigail apareció en su vida.Vio en el rostro del hombre muchas similitudes con su hija.Ojos azul intenso,labios rosados finos, tez pálida.Parecía más hija suya que de Hannibal–.

Los hombres siguieron hablando. Will le comentó que esa tienda era de él, y que la había abierto hace un año, luego de dejar su profesión de profesor de psicología en la universidad de Baltimore.Había sido un cambio drástico pero sin duda tenía muchas ventajas.Le gustaba su trabajo y le iba bien.

–¿Puedo tener tu tarjeta de trabajo? –Hannibal preguntó –.

–Ehm, sí, desde luego–Will sonrió y le entregó una tarjeta de su negocio –.

–Me refería a su tarjeta personal. Debí aclararlo–Will se sonrojó.No tenía de esas.Nunca le preguntaban su número, y mujho menos hombres tan refinados y atractivos como el doctor Lecter–.

Escribió en una hoja de papel su número y arrancó un pedazo.Hannibal tomó la hoja y la guardó en el bolsillo delantero de su chaqueta.Will no parecía ser de su círculo social.Pero esto no le molestaba.De hecho esto hacía que le interesara aún más.Desconocía a este hombre desaliñado y simple.Pero sin duda parecía agradable y empático.

Al llegar a la casa, Abigail nombró al perro Wendigo, como la criatura de su leyenda favorita, que su padre le contó.

Hannibal,por su parte,llamó a Will,por la noche, para invitarlo a cenar.Will aunque sorprendido por la inmediatez de la cita, aceptó muy emocionado. Hacía tiempo no salía con nadie.

Hannibal cocinaría esa noche.

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⏰ Última actualización: Sep 27, 2019 ⏰

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Pet Shop (Hannigran) OneshotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora