VIVIR

Vivir, tengo un cuaderno que uso de agenda y se me ocurre una analogía interesante entre él y la vida.

Por ejemplo, hay hojas que son importantes y no las arranco. En cambio, hay otras que son garabatos y las arranco. Pero, también, hay hojas que, aunque estén arrancadas, igual las guardo. Y así, durante los días, me van quedando menos hojas y es algo que no deseo, pero la verdad, Vivir, que se acaben las hojas realmente no es tan grave.

No te vayas, Vivir, la analogía recién empieza.

Hay hojas que arranco, boto y olvido porque no aportan a lo que quiero tener en mi cuaderno. En la vida es igual, tenemos la capacidad de arrancar aquello que no nos aporta, aquello que nos hace daño o aquello que aunque sea difícil, es mejor no mantener en la memoria.

Hay otras hojas que se quedan en mi cuaderno, ya sea porque son importantes o porque hay algo que no quiero olvidar. En la vida, puede ser la familia, los amigos y los momentos. Es nuestra capacidad de recordar lo que nos hace felices, y que, aunque estén ahí sin arrancar, también tienes la libertad de hacerlo.

Hay hojas que arrancadas igual guardo, porque soy incapaz de botarlas, tal vez porque me puedan servir de algo, luego. Son también personas y momentos y es nuestra capacidad de poder sacar de nuestra vida aquello que ya aportó, pero que igual acudes a los recuerdos porque algo te enseñaron.

También, hay hojas en blanco y lo relaciono con la capacidad de poder vivir nuevos momentos. Y, a lo mejor, quedan pocas hojas en mi cuaderno. Pero, lo mejor de tener un cuaderno por acabar, recuérdalo Vivir, es poder tener otro completamente nuevo. Porque siempre, siempre se tiene la oportunidad de comenzar de nuevo y de quitar, mantener y guardar hojas y sobretodo, VIVIR.