1. ¿Por Qué?

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28 de Agosto de 2019

Se tumbó en la cama exhausta y se le hizo arduo quitarse la ropa. Después de un largo día, una larga semana, un largo mes, no pudo evitar echarse a llorar, se había cansado. Pensó en cómo se vería aquella escena desde fuera, como en una película y sintió lástima de lo patética que era; todo le parecía frustrante. También recayó en lo complicados que eran sus sentimientos mientras, tumbada, sus lágrimas resbalaban por sus mejillas hasta llegar hasta las orejas. Se sentía vacía, deprimida, perdida, insatisfecha, sentía asco por ella y por los demás, lloraba con todas sus fuerzas porque estaba convencida de que llevaba una vida que no era suya, no se sentía libre, no se sentía real, puesto que la Mar de verdad estaba ahogada en recuerdos, aunque no todos malos.
Hacía mucho que no leía, que no cantaba, que no sonreía con franqueza, que no tocaba, que no escribía, hacía mucho que no se había dedicado un momento para sentir.
Se incorporó con la cara empapada de lágrimas y se sentó en la mesa de su escritorio para poder estar a la altura de la ventana y que la brisa nocturna de finales de verano le secara los mofletes. Miró al cielo melancólica, pensando en lo apasionada que se había sentido algún día por mirar las estrellas; esa noche el cielo estaba nublado. Se permitió disfrutar del silencio y pasado un rato, miró de nuevo a su habitación, no tenía otro sitio en el que ser ella misma.
Cerró la ventana, bajó la persiana y se puso el pijama. Aquella noche se durmió pensando en lo sola que estaba.

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