El día se había tornado nublado. La atmósfera gris había contagiado su tristeza a la habitación y a las personas que estábamos en ella.
Cuando llegué estaba dormido, así que para no despertarle le besé la frente con ternura; me senté en el gran butacón para mirar por la venta y entonces la vi. Una casa que estaba a la altura de nuestra ventana tenía ahora toda mi atención. Era bonita a su manera, bastante humilde, pero con una gran terraza.
Me imaginé viviendo en ella, pintando de nuevo sus paredes estropeadas por el moho y la humedad; recogiendo los cables y colocando sus antenas; bajando por sus escaleras metálicas para disfrutar de una noche estrellada con mis padres en la que la Luna fuera protagonista; me imaginé a mi misma, siendo feliz en una cálida mañana de otoño, me imaginé la vida que quería, pensé en todo, para más tarde hundirme en la butaca y darme cuenta de que lo único que me pertenecía de aquella casa eran las emociones que me provocaba.
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Donde Crecen Las Margaritas
RandomEsta historia es una recopilación de cosas que tenías escritas desde hace mucho y no quería que se quedasen en un cuadernos sin que nadie las leyese, seguro que alguien necesita escuchar que no es el único que se siente como me siento yo Son capítul...