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Ese beso la había dejado en completo shock, luego de darse cuenta que había seguido tal acto de juntar sus labios con los de ese demonio, se alejó de inmediato y se encerró en el baño.
Estando allí encerrada, se colocó su ropa y salió con determinación para enfrentar a Bill pero éste ya se había ido.
Avanzó a la puerta con la leve esperanza de que estuviera abierta, pero nada de eso pasó.

Uf.- suspiró agotada por toda la situación ocurrida que no quería abandonar su cabeza.
El corazón le latía a mil y no sabía cómo eliminar ese sonrojo de su rostro.

Mientras tanto, Bill caminaba de un lado a otro en su oficina y miraba la pantalla de aquel computador que mostraba la habitación de su víctima.
En su mente pasaba una y otra vez la película que había vivido con la chica, y un notorio nerviosismo recorría su cuerpo.

Jefe, lo noto extraño.- Pacífica lo miraba mientras a su lado, Dipper, extrañado por la situación intentaba mirar la pantalla del Ordenador para saber que inquietaba a Bill.

¿Extraño? ¿Yo? Pero que tonteras dices Pacífica. Y tú, Dipper. ¿Tienes algo en el cuello que tanto mueves la cabeza?.- Bill sabía que era lo que su amigo buscaba y no permitiría que supiera que vigilaba a Mabel.

No, jefe. Me duele un poco el cuello, nada grave.- Respondió mientras se hacía un masaje improvisado frente a Bill.
Pacifica miraba a su novio con algo de curiosidad por esa acción y rió internamente porque ya sabía que tramaba Dipper.

Jefe, durmió mal en la noche y tuve que hacerle masajes por el dolor- Miró a su novio. Amor. ¿Aún te duele mucho?.-

Dipper agradeció al cielo por la hermosa novia que tenía.

Un poco.- le hizo un puchero y ojos de perrito para hacerlo más creíble.

Bill miraba asqueado por la escena romántica entre la pareja y de un solo mandado, los sacó de su oficina.

Estos creen que yo soy estúpido.- murmuró mientras tomaba asiento en su gran silla para ver nuevamente a Mabel.
Está se encontraba durmiendo encima de la cama, descubierta. Bill tomó en cuenta que hacía un frío abrasador y que ella estuviera descubierta no lo hacía fácil.
Demonios, tendré que ser caballero...- y así salió de su despacho, no sin antes bloquear el ordenador. Subió unas escaleras que únicamente tenían como destino la habitación de ella y sacó de su bolsillo una pequeña llave, abrió la puerta e inmediatamente entró y la cerró, dejando la llave escondida en un rincón de la habitación.

Miró de reojo a la chica durmiente y un escalofrío recorrió su cuerpo. Hacia bastante frío en aquella habitación.
Caminó hasta uno de los roperos de la habitación y sacó una gran manta de polar rosa, la desenvolvió y la tendió sobre el cuerpo de Mabel.
Sí, debía admitir (Una vez más) que aquella chica le había robado el corazón y la calma pero no se permitiría mostrar débil ante ella, no permitiría que su reputación de frío desquiciado se fuera a la basura, su estatus de traficante y mercenario estaban en juego. Así que del bolsillo de su jeans azul sacó una pequeña navaja, un obsequio de su asqueroso padre, y lentamente subió a la cama para no despertar a la chica.

El vaho sale a causa del frío, la hoja de mi navaja está fría...- susurraba muy bajo para no molestarla.
Levantó un poco aquella manta de polar y pasó levemente el cuchillo por su muslo, este estaba demasiado afilado y pronto dejó un leve camino de sangre.

Mmh.- Mabel gimió por el leve dolor y pronto abrió sus ojos para mirar directamente a Bill. ¿Que haces aquí?...- le murmuró por el sueño que llevaba encima.

Pecado [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora