Cuando hice todo el trayecto y volví a por la moto tal y como ella predijo ya había salido, eran cerca de las diez de la noche y solo quedaba por allí el guarda y un par de jefes, bueno, para mi ya, exs-jefes.
Le dejé allí tras el mostrador su tarjeta, una nota que decía "Gracias Blanca, me has salvado la vida hoy" y el dinero de los dos viajes de metro.
Sin intención de volver por allí en bastante tiempo.
- ¿Y como te sientes con el despido? – Me preguntó Berta.
- Bien, bueno, a ver... - Suspiré. – Por un lado me siento libre, porque no tengo esa "prisión" – Recalqué las comillas con los dedos. – Pero por otro, es que, joder, me encantaba ese trabajo, mis papeles, mis cosas.
- ¿Sabes que no es el fin del mundo? – Sonrió.
- Ya... - Bajé la cabeza. – Por otro lado me siento libre.
- Quédate con eso, y si quieres volver a tus papeles siempre puedes volver a buscar trabajo. – Suspiró. – Es mas... - Comenzó a anotar algo en un papel. – Un colega busca no se si secretaria, recepcionista... - Suspiró haciendo memoria para seguidamente seguir escribiendo. – No sé. – Me miró tendiéndome el papel. – Algo de eso, es lo tuyo, ¿No?
- Sí. – Miré el papel.
Había una dirección anotada.
- ¿Te interesa? – Preguntó, asentí.
- Claro, si, por supuesto. – Guardé el papel en mi bolsillo.
- Vale, pues voy a hablar con él y le diré que mañana te vas a pasar por allí. – Sonrió. – Ahora ve, cómprate algo de ropa que siempre sube la autoestima la ropa nueva, y en cuanto hable con él te mando la hora a la que tienes que estar allí.
- ¿Ropa para que? – Me extrañé.
- Para ponértela mañana, la ropa nueva sube la autoestima.
- Ya, bueno, y los cortes de pelo y no por ello significa que vaya a ir a la peluquería. – La miré muy seria.
- También vas a ir entonces. – Sonrió.
- No. – Me quejé.
- Sí. – Insistió. – Ropa nueva, corte de pelo y vas a la entrevista de trabajo comiéndote el mundo. – Sonrió.
- No me está gustando.
- ¿El qué? – Me preguntó.
- Tus métodos. – Dije.
- ¿Otra vez quieres volver a cambiar de terapeuta? – Resopló haciendo una mueca.
- Si, no me gustas. – Reproché. – No me gusta eso de compra ropa que levanta el ánimo y córtate el pelo, no...
- Lo digo por tu bien. – Me miró muy seria.
- Mi anterior terapeuta me dijo que me pusiese una venda en los ojos por mi bien.
- Te voy a conseguir una entrevista de trabajo Robin. – Señaló el papel. – Deja de ser una cría y hazme caso, ya no como terapeuta, si no como amiga que se preocupa por ti.
- Eres mi terapeuta no mi amiga, te pago para que me escuches, me aconsejes y me ayudes a salir de esta ansiedad que tengo. – Solté.
- No quiero que me des un euro. – Me dijo enfadada.
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Sí, tú, amor.
Romance"Cuatro cosas te voy a decir, Robin: 1º Para hacer el bizcocho perfecto hay que darle el tiempo necesario, estar atenta a la temperatura, al buen amasado y darle muchísimo amor a la hora de dejarlo solo, ese bizcocho que te estás comiendo lo he sac...