The World of Shadows

Muerte

Miércoles 25 de Noviembre/ Año: 2078

Yami: (Llevamos más de una semana caminando en dirección a Ghost Hill, todavía no tenemos suerte. La colina parece cada vez más lejos y nosotros estamos cada vez más cansados. Evan se muestra frío y distante, apenas come y no habla sin ser para indicarnos el camino. Por su parte Abigaíl está cada vez más diferente. Ella siempre a sido una persona asustadiza y alegre, pero desde que esto empezó se ha vuelto más segura y más fría. Yo por mi parte estoy cansada solo quiero que esto termine y volver a casa).

Abigaíl: Yami, deja el diario ya escribirás luego tenemos que seguir caminando gracias al atajo que tomamos ya queda poco.

Evan: Hemos llegado, delante de nosotros esta la colina de Ghost Hill.

Yami: (La colina era enorme y estaba rodeada de árboles muertos y lápidas. Aunque las sombras la invadieran creo que nada cambiaría).

Abigaíl: Estoy cansada, quiero sentarme y dormir un poco.

Evan: Cuando lleguemos a la cima veremos la casa de mi abuela. Ella os dará más comida y os dejara descansar.

Yami: Llegamos a la cima de la colina y vimos la casa, sin perder tiempo tiramos de la puerta y entramos.

Evan: Abuela, ya estoy de aquí.

???: Bienvenido Evan, ah veo que traes invitadas.

Abigaíl & Yami: Encantadas de conocerla señora

Fantina: Llamadme Fantina por favor.

Yami: (Nos sentamos en unos sillones y Fantina nos sirvió té. Evan le contó que había sucedido en la ciudad y con sus padres. Después de oírlo Fantina se dispuso a hablar).

Fantina: Todo esto es culpa del demonio. El demonio es una antigua criatura que sembraba el caos y la discordia. Pero hace eones antiguos y poderosos hechiceros lo encerraron en el Nether o más conocido como el Infierno. Pero ahora él a conseguido romper el sello mágico y regresar al mundo. Por eso la única manera de que todo vuelva a la normalidad es volver a conjurar el hechizo y desterrarlo de nuevo al Nether.

Yami: (La habitación estaba en completo silenció, miré a Abigaíl y ví que su rostro estaba apagado, sin esperanza. De pronto una silueta apareció por la ventana y la rompió. Era una mujer que estaba armada con una daga. La mujer saco su daga y se dispuso a apuñalar a Abigaíl cuando de repente salté y me interpuse en el ataque. Cuando abrí los ojos ví que la daga estaba clavada en mi pecho y la sangre empezó a brotar. ¿Podía ser cierto? Estaba muriendo. Cuando me hice esa pregunta toda la habitación empezó a dar vueltas y a oscurecerse. Sí mi hora había llegado. Estaba muerta.