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Sobre la mesa, algunas moscas revoloteaban en círculos en un abandonado bowl de cereal, el cereal se habría servido pasados unos 40 minutos, las hojuelas estaban aguadas y segundo a segundo se desmoronaba una fibra del borde, sumergiéndose al fondo de la leche azucarada, las moscas ahora se paraban sobre las hojuelas, pero ya eran demasiado inestables que sólo podían beber la leche.

Un piso de Caoba lustrado a conciencia, esos resultados sólo se podrían obtener en un hospital o por un limpiador obsesivo compulsivo. Ni una huella de zapatos, ni un solo rastro de fango que cualquier persona que lo pisase pensaría que el piso ha sido recién puesto. Pero eso no le importaba a Blake, el piso, era una cosa secundaria que lo molestaba, lo ponía en segundo plano, le molestaba tener que usar calcetines o sus pies desnudos para poder pasar de su cuarto al baño, o del cuarto a la cocina y luego al comedor, o a la sala de estar, o a la sala principal. Pensaba que era algo psicótico tener dos salas. «—Una es para las visitas y la otra para la familia. Blake, no es tan difícil de comprender ¿oh, ¿sí?» recordaba palabra por palabra pronunciada desde la boca de su madre. Su madre una exitosa vendedora de bienes raíces, batió el record de mejor vendedor del año en 3 ocasiones seguidas, y bien se podría decir que sigue invicta manteniendo el título, los 3 títulos colgados con mucho cuidado y orgullo en la sala de estar, para demostrar lo cuan poderosa y controladora puede ser si se lo propone. Cuando nadie miraba Blake escupía y maldecía en ellos, luego después de pulirlos y aspirarlos, los volvía a colgar en su sitio, al fin y al cabo, esa era una de sus tareas del hogar, «Quitar el polvo y metérmelo...» cómo le gustaba decírselo a sí mismo Blake. A juego con las fotografías de caros marcos de cuero negro, una sala esquinera en forma de "L", cuero blanco tratado un sillón que costo más de $10,000 dólares, las paredes talladas en madera al estilo salón victoriano color verde aguamarina oscuro, o bien en la cabeza de Blake había una discusión «Podría ser aguamarina oscura o pistache oscuro» no decidía el nombre del tono de verde, y bien hasta podrían ser el mismo. En una esquina había un librero tallado sobre la pared con un puñado de libros de arquitectura, desde estilo Románico hasta el minimalista más nuevo. Una ventana neoclásica daba luz a la zona predispuesta para la lectura. Una silla tipo Reina Ana auténtica en óptimas condiciones acompañaba al conjunto, la silla era el objeto más preciado de su madre después de su título universitario en Administración y sus reconocimientos. Blake no alcanzaba a calcular el verdadero precio de tal reliquia, y mucho menos por cuanto la habían comprado. A sí mismo cuando nadie estaba en casa, como era casi siempre, pues sus siguen un sistema como las abejas obreras, sólo trabajan y trabajan, Blake se ponía mirar por la ventana mientras miraba revistas pornográficas, acto que podía desencadenar en masturbación o simplemente en la observación por algún vecino curioso o algún vendedor de puerta en puerta, quienes se sorprendían más que él mismo. La masturbación podía ser mecánica, sólo para pasar el tiempo había veces que a mitad del acto se detenía por el hecho de que nadie lo hubiese descubierto, no lo confundas, no es un exhibicionista, sólo creía que ese era el modo de incomodar y molestar a la gente, hacerlos notar de que se están metiendo en algo donde no les incumbía, o simplemente su psicóloga pensaba que era su modo de demostrar que él seguía allí, de mostrar que sigue con vida.

Su psicóloga la Dra. Maryon, una viejecita que rondaba los 70 y 80 años, Cuando le fue recomendada a Blake, él mismo se puso a investigar sobre ella. Enfermera en centros psiquiátricos de algún lugar lejano, incluso había unas pocas fotos a blanco y negro donde se le miraba sonriente con una despampanante melena saltaba a la vista sobre todo su vigorosidad de una joven recién graduada de enfermería, junto a ella sus compañeros, dos hombres afroamericanos muy sonrientes, uno con afro y alto y el otro con corte al ras y más bajito, un hombre blanco con gafas igual de sonriente, quien debía ser el medico encargado, junto la Dra. Maryon abrazada de unas mujeres afroamericanas, una rechoncha, una de porte atlético y otra delgada pero de mirada justa y dura. Y aunque Blake había pasado por muchos doctores, esta le tomo 3 sesiones para quedarse "tranquilo" con la misma. Pues no era pedante, no era hombre, creía en el dialogo más que en la medicina o una combinación de ambas podía hacer gran diferencia. Además de la misma era muy abierta, tenía algunas fotos suyas colgadas pues ella atendía en su propia casa, tenía una estantería con todo tipo de libros, segunda cosa que a Blake le pareció no fingido, pues los otros solían tener lo mismo, Freud, como la estrella de David para un rabino. Le fue menos complicado descubrir las contraseñas de Maryon. Al final no descubrió nada malo. La doctora Maryon no era un espejo, sino un vidrio, y muy bien pulido, que no necesitaba ser limpiado demasiado para ver a través de él. Viuda de hace mucho tiempo, sin ningún hijo, por lo mismo de que se casó mayor. La Dra. Maryon, podía ser llamada poco convencional, pero en ocasiones sentía que no psicoanalizaba a un paciente más, o a una "simple persona" como a ella le gustaba llamarlos, Sino como a un familiar, le tenía cierto cariño como si fuera su hijo o nieto. Y aunque Blake le tuviera consideración, como podía sentir un cierto lazo con ella, así mismo lo podía borrar.

Blake estaba sentado frente al televisor encendido, lo veía más no lo observaba, estaba divagando en su mente sobre la sesión de ayer, sus pensamientos eran tan profundos que había olvidado su cereal servido, ya no quedaba ni rastros de las hojuelas, era algo impropio de Blake y más tratándose de su cereal supuestamente favorito, sentado frente a la luz del televisor con apenas unos rayos de luz colándose a través de una pequeña abertura entre las cortinas, aluzaban sus trofeos de su ex equipo de Hockey, Blake se sentía salido de una novela de Franz Kafka, se sentía encerrado en un relato de Edgar Allan Poe con el infernal Tic Toc de un reloj de piso, se sentía rodeado de cuadros vivientes como en una historia de Stephen King, y aunque se veía apenas moverse en su sitio, su mente estaba pensando con frenesí y locura, sentía tanto odio que ni siquiera parpadeaba, se podían escuchar sus pequeños bufidos. Ninguno de sus compañeros de equipo, de escuela, amigo, sus padres o inclusive su novia, no reconocerían a este Blake, esta nueva faceta era algo privado y desconocido. Si preguntabas en cualquier calle del pueblo por Blake Francis Sullivan, te responderían lo mismo, "Francis, es un chico muy amable y servicial" "Francis el excampeón de Hockey, un tipo chulo" "Francis, el joven carismático hijo de Ana Sullivan y el escritor en jardinería Francis, padre" "Francis, el novio de aquella porrista linda con buen trasero y bíceps de acero" "Francis, el chulo que tiene un hermoso Cadillac 70". Entonces si te estaban describiendo a Francis «¿Quién es realmente Blake?» este pensamiento le carcomía, lo hacía enfadarse y luego deprimirse «¿Cuál es mi papel en este mundo tan jodido?», —Dime qué es lo que tengo que hacer. — suplicaba, parecía esperar respuesta, pero de quién, —Dímelo, solo dímelo... lo hare, lo hare sin reprochar por favor...— sollozaba con más fervor. — Solo tienes que decírmelo. — se cubrió las orejas frenéticamente con ambos brazos, escuchaba el volumen de la televisión había aumentado al 100 por ciento, los cuadros familiares se burlaban de él, el reloj daba campanadas de medianoche, el graznido de cuervos en la ventana. Perdió el control de sí mismo. Los Chats en su viejo computador se estaban acumulando. Todos se quejaban por la noticia que estaba en TV, algunos a favor del tirador racista, otros asustados por pertenecer a las etnias de los exánimes. Mensajes ultra racistas. Guerras necesarias. Calentamiento global. Todo fue interrumpido por una musiquita, el tono de su celular, Que no presto atención y dejo que vibrara sobre la mesilla de centro, era como si dios le estuviera proveyendo un mensaje, en la TV se anunció un comercial de turismo que mostraba todo muy feliz, un sol con lentes para sol sonriendo y bebiendo una bebida, mientras una familia tomaba el sol en la playa, rezaba "cansado de tu vida ordinaria. Ven a vivir a California, donde los sueños se hacen realidad en color dorado, California el estado Dorado". Blake se encontró cantando al unísono con su celular

And how do I know that I'm alive?

How do I know that I'm alive?

How do I know that I'm alive?

How do I know that I'm alive?

How do I know that I'm alive?

How do I know that I'm alive?

How do I know that I'm alive?

How do I know that I'm alive?

How do I know that I'm alive?

How do I know that I'm alive?

How do I know that I'm alive?

How do I know that I'm alive?

How do I know? I

Entonces, pensó que esa era la señal.

La Máquina del CambioWhere stories live. Discover now