Parte única.

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Las tardes, suelen ser hermosas para el rizado, cuando no tiene demasiada tarea: estar en la universidad no es para nada sencillo.

Disfruta pasar tiempo en aquella vieja biblioteca a unas cuadras de su casa, y la razón, se llama Erick.

¿Cuánto tiempo lleva acechandolo? ¿Un año y medio?

Ha memorizado la historia de cómo lo conoció, porque se le hace inevitable no hablar de él, con sus amigos.

Recuerda con exactitud, la terrible experiencia que tuvo con el profesor de inglés, cuando lo castigo obligándolo a leer un libro de 972 páginas. Aquel libro era imposible de encontrar en internet, por lo que tuvo que ir por primera vez a un lugar de esos, en los que solo van personas raras que huelen a viejitos.

O al menos eso era lo que creía, antes de verlo a él.

Abrió la enorme puerta, con las ganas de irse desde que puso el primer pie dentro. Se acercó al desgastado mostrador de madera, y golpeó un par de veces, pero nadie le respondía.

—¿Acaso no hay nadie aquí?— gritó con irritación

—Shht— murmuró un chico con gafas de contacto, que salía de una pequeña puerta del fondo.

Todo se detuvo. Parecía que todo ocurría en una especie de cámara lenta, como en las películas. Vestía un suéter de estambre bastante grande para su delgado cuerpo, y una gorrita para el frío. Divino.

—Quisiera-a solicitarle un libro, se llama...—

—Shhh— puso un formulario frente a sus ojos, junto a un bolígrafo de tinta negra.

Guardo silencio, y comenzó a llenar dicho documento, anexando su número de celular, para que lo llamara.

Spoiler, nunca lo hizo.

—Ten— movió un poco la hoja frente a sus ojos.

El ojiverde la analizó, memorizado el nombre del libro.

—Sabes, tu cara es muy bonita— susurro —En general tu, eres muy bonito y te ves tan uke— le murmuró enternecido.

Con las mejillas, tan calientes como mercurio, le dejo una nota al más alto con el pasillo y estante donde podía encontrar lo que buscaba, saliendo de ahí como acto seguido.

—¿En serio Joel? ¡Eres tan imbécil!— hablo en voz alta, reprimiendose.

Luego una tipa lo callo.

Así ha sido su relación desde los últimos 18 meses, en los cuales ha leído más de 50 libros de todo tipo.

Erick le parece un tipo difícil de conquistar, presiente que nadie es suficiente para él.

Agradeciendo que es viernes, toma su chaqueta y sale con dirección al viejo edificio.

Los días viernes, el más bajo tiene que hacer inventario y se queda hasta después de la media noche. Y la mayoría de las veces, Joel se queda con él.

Entablan cortas conversaciones, porque desde el punto de vista de él universitario chico, el bibliotecario es de pocas palabras.

Erick me gusta el fútbol - A mi también

Erick me gusta ver AuronPlay - A mi también

Erick me gusta la cebolla - A mi también

Erick me cae mal esa señora - A mi también

Eso es lo único que lo ha oído decir en el tiempo que lleva de tratarlo.

Entra rápido, dejando su suéter en un clavo que queda cerca a la puerta, para después ver cómo el delgado cuerpo se mete en el pasillo F.

Camina cuidadosamente, para no hacer ruido. Y toca con ambas manos sus caderas.

—Hola— susurra en su oído.

—H-Ho-la— murmura, acomodando sus anteojos.

—La primera vez que me respondes un saludo— sonríe dejándolo continuar.

Sigue acomodando los libros faltantes en el estante de arriba.

—¿Sabes? Estaba pensando está mañana, que quizá soy feo o tengo mal aliento— dice, y él lo mira raro —Es que, eres tan cortante conmigo que creo que quieres que deje de hablar, o simplemente no soy lo demasiado atractivo— se encoje de hombros.

El ojiverde, trata de ignorar lo que dice.

—Ves, algo está mal conmigo, porque no puedo conseguir que me ames—

—No— murmura, dejando los libros en el piso

—¿No?— pregunta

—E-Estoy ar-to d-de te-tener que oculta-ar todo lo que siento p-or ti, solo porque aún no me contr-olo— hace una pausa —So-y ta-tartamudo desde que tengo memoria, pero según mi profesora he esta-tado mejorando. Y me tra-trabo más cuando es-toy ne-nervioso—

—¿Es real?— sonríe —Erick, ¿No me hablaste solo por eso? ¿Acaso crees que no te amaría por eso?—

—Tu me has gus-gustado desde que lle-llegaste al vecindario. —Ta-También te acose un tiempo, a-asi fue que des-cubrí que tenemos mu-muchas cosas en común— suspira —Por e-eso, le pedí a mi profesora que me e- enseñará a vocalizar bien e-esa oración que todo el tiempo repito— jala las mangas de su suéter.

—Erick— murmura.

—Comence a to-mar clases por ti— muerde su labio.

—Ya no quiero que las tomes— sostiene sus manos —Ahora yo voy a enseñarte—

Me too ¡! Joerick OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora