Confesión.

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Harry Potter.

-Duerme mi pequeña serpiente -susurró Tom en mi oído con esa voz tan profunda que me hacía temblar de excitación, una voz que se volvió mi obsesión tiempo atrás.

Sus manos recorrían mi espalda con toques lentos, dejando en mi piel la sensación de su magia hormigueando en los lugares donde su piel hacia contacto con la mía, la sensación era embriagadora, me recordaba todos y cada uno de los momentos que hemos compartido, comencé a cerrar los ojos, dejándome arrastrar por la embriagadora sensación de mi reciente orgasmo y sus toques cargados de magia, hacia un profundo sueño.

***

-Despierta Harry -escuche que me llamaban, era una voz muy relajante, pero no era la voz de mis amigos o de algún maestro, trate de moverme, pero un dolor ciego me recorrió el cuerpo -Ya veo, aún no te recuperas del maleficio.

¿Maleficio? Casi por instinto abrí los ojos, mirando casi con desesperación a mi alrededor, no estaba en Hogwarts, ni en el laberinto de la tercera prueba, ni siquiera estaba en el cementerio donde me enfrente a Voldemort, no sabía en donde estaba, pero si estaba seguro de quien era la persona frente a mí.

-Voldemort -mire al chico frente a mí, era casi idéntico al recuerdo de mi segundo año, alto, delgado, con un porte de sangre pura, piel pálida, cabello castaño y rizado que caía con gracia por un lado de su cara, lo único diferente, eran esos ojos, unos ojos de un color rojo tan vivo como la sangre.

-Bien Harry -sus palabras desbordaban alago, pero sus ojos estaban llenos de burla, quería gritarle un par de cosas, pero se acercó a mí a una velocidad sorprendente y me puso uno de sus dedos en los labios, mandando un estremecimiento por todo mi cuerpo -No Harry, no arruines el momento -susurró con un toque de malicia.

No resistí el impulso y mordí el dedo que presionaba en mis dedos, esperaba muchas cosas, pero no el ardor que sentí en mi mano, más precisamente en mi dedo, Voldemort sonrió y me mostró su dedo sangrante y con lentitud me hizo girar mi mirada, observando la misma herida en mi dedo.

-¡Qué demonios! -grité impactado, tratando de alejarme de su toque, cayendo inútilmente en el suelo por el dolor de mis músculos -¿Qué me hiciste? -pregunte furioso, al ver que no podría levantarme y esta conversación la tendría desde el suelo.

-¿Yo? Absolutamente nada -su voz sonaba tranquila -Dumbledore y su estúpida orden, todo -dijo entre diente con una gran ira creciendo en sus ojos.

-Él solo me quiere a salvo, él...

-¡Te cría como cerdo al matadero, solo porque eres mi pareja destinada! -sus palabras me golpearon peor que un cruciatus y mire como sus ojos iban cambiando de la ira al dolor.

-No es verdad -susurré sin convicción, pues desde hace tiempo dudaba de todo, incluso mis amigos.

-Dumbledore solo usa magos para sus fines, los deja vivir un infierno y luego les da migas de amor, así los controla, estoy seguro que esto te sonará... -se acercó a mí y se inclinó hasta quedar a mi altura, con una rodilla apoyada en el suelo -Mi muchacho, ese lugar es el mejor para ti, ahí estarás protegido de los magos oscuros -apenas termino esa frase, mi corazón se detuvo, eran las mismas palabras que me decía cuando le rogaba no volver con mis tíos.

La realidad me golpeo peor que una bludgger, mis ojos se llenaron de lágrimas al comprender la realidad que era mi vida, mire destrozado aquellos ojos rojos y vi mi dolor reflejado en ellos.

-¿Por qué...? -no sabía de qué estaba pidiendo respuestas, pero mi garganta se negaba a dejar salir cualquier palabra, pues el nudo de emociones que tenía era demasiado grande para poder hablar.

La oscuridad sabe mejor en tus labios (Fictober).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora