CAPÍTULO 1

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El 10 de septiembre a las 10:45 de la mañana me encontraba de camino a mi nuevo apartamento. Iba montada  en el camión de la mudanza que mis padres había contratado para transportar las cajas y maletas que contenían mis pertenencias. El camión no era uno muy grande, si no más bien pequeño, puesto que tampoco tenía muchas cosas. 

El móvil me vibró en las manos, y paré la música que estaba escuchando.  

''¿Has llegado bien?'' 

No tuve tiempo a contestar al mensaje cuando otro me llegó.

''Tú madre dice que has olvidado la impresora de tu habitación'' 

Mierda

''No importa, no la necesito todavía y no, no he llegado aún. Os escribo cuando llegue''

''Vale, cuando vayamos el sábado a tu casa, te la llevamos. Besos''

Leo el mensaje de mi padre y doy por finalizada la conversación, por lo que pulso el play y 5 Seconds Of Summer me invade los oídos. Cierro los ojos escuchando una de mis canciones favoritas ''Ghost of you'' y me pongo a pensar en la de cosas que tengo que hacer al llegar a mi apartamento. 

Mi apartamento, que raro suena eso, pero me gusta. 

No digo que no me guste vivir con mis padres, pero a medida que una va haciéndose mayor, se da cuenta que no mola tanto. Así que, como la universidad a la que voy a ir, está a hora y media de casa de mis padres, decidimos que lo mejor era alquilar un piso para mí. 

Ya no tendré hora de llegada, ni me dirán que hacer en cada momento. Y a pesar de lo mucho que les quiera, no creo que hubiera soportado estar un año más con ellos. No digo que sea más fácil vivir sola, pero siempre me he desenvuelto bien por mi misma. Este verano estuve trabajando en una cafetería todas las mañanas y por las tardes conseguí un trabajo en un bar cerca de la cafetería. Sí, no tuve mucho tiempo para disfrutar del verano, no tuve mucho tiempo para ir de fiesta o de vacaciones. Preferí trabajar, estar independizada y no justa de dinero. 

 Sacrifique muchas tardes veraniegas con mis amigos y de hecho, me importó menos de lo que pensaba, porque sabía que aunque ahora me costara, el premio era mayor, y ellos lo entendieron. De vez en cuando los domingos salía para distraerme un poco, pero la mayor parte  acababa agotada de tanto trabajar. 

Por lo que, no tuve un verano genial, pero oye, trabajar en una cafetería no es tan malo como pensaba, de hecho, ahora tengo nuevas amistades. No todo era trabajar y limpiar mesas, muchas veces me quedaba charlando con Chloe, la dueña del local, y las horas se pasaban volando. 

No puedo decir lo mismo del bar, fue un infierno. Yo trabajaba encima por las tardes, que era cuando más se llenaba. En varias ocasiones quise dejarlo, pero me resistí, y unas semanas después me acostumbre a la vida en el bar. 

Un frenazo seco, me hizo abrir los ojos de golpe y mirar hacia mi derecha. 

- Perdón si te he asustado así...Ya hemos llegado señorita. 

- Gracias Marck ¿me ayudas a subir todo eso? - Pregunto al señor que fue contratado por mis padres para ayudarme con las cosas. Un señor de unos cuarenta y tantos, con una barriga enorme y barba igual de grande que su barriga. No, más grande aún...

Me bajé del camioneta, y esperé a que Marck abriera la puerta trasera del coche. Con el bolso en la mano, me fijé en el edificio que tenía delante mía. Se veía que tenía sus años, pero en el anuncio ponía que el apartamento estaba reformado. 

Marck avanzó con una caja en la mano y me hizo una seña de que le abriera la puerta del edificio. Mientras caminaba en dirección al portal, rebusqué en mi bolso color crema, en el que estaba un código para abrir la puerta, puesto que no tenía las lleves aún. Desdoble el papel y metí la secuencia de números en un aparato que estaba junto a la puerta de entrada, se oyó un zumbido y entendí que el código servía. Abrí la puerta y un hall oscuro apareció en mi campo de vista. 

El bloque 3-30Donde viven las historias. Descúbrelo ahora