Homenaje [Rampo]

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«Desearía olvidarte.

Olvidar tu sabor, la textura de tu cuerpo, el aroma dulce de las curvas de tu ser, tu anatomía encajando a la perfección entre mis dedos.

Desearía olvidarte para no sufrir tu ausencia, para no saberme vivo en un mundo privado de tu existencia, lleno de los espacios vacíos en los cajones, esos que colmabas a múltiples colores, a decenas de tus trajes. Hoy de limón, mañana de naranja, pasado de café y en la noche tocaba despojarte de la combinación berenjena y cereza.

Quisiera arrancarme de la memoria el recuerdo de mi lengua degustando el delicioso caramelo derretido, rezumando de tu profundidad, su penetrante aroma en mi nariz y el sonido de mi lengua rodeando el montículo de...»

—Rampo-san —la voz temblorosa de Tanizaki frenó la lectura.

—¿Sí? —cuestionó el detective, ¡el mejor de todos!, no muy a gusto por la interrupción, bajando su libreta y apuñalando a su compañero con una mirada entrecerrada.

—Só-sólo para aclarar —se excusó apresurado—, está hablando de un dulce, ¿cierto?

—¿De qué más podría hablar, además de uno de mis dulces favoritos que han descontinuado?

El resto de los miembros de la agencia guardó silencio, ninguno capaz de explicarle que el homenaje rendido a su golosina predilecta, el que pretendía enviar al periódico, no sería publicado y no precisamente por tratarse de un ¡homenaje póstumo a un dulce!; sino porque por donde se leyera, el texto carecía de la inocencia desde la cual se escribió.

Crónicas del Amor IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora