Riesgo [ChuuyaxAkutagawa]

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Amo las alturas. Al despegar los pies del piso una sensación de olvido de lo terrenal, que pocos conocen y menos soportan, se me mete bajo la piel. No es sólo elevarse y alejarse de la norma, del promedio; es disfrutar, tener la capacidad y el estómago de cerrar los ojos un instante, aún en mitad de la batalla, zambullido en las posibilidades de lo imposible en la cima de una nube.

Mientras más alto se está, más se necesita amar el riesgo, la distancia entre la libertad y el suelo.

Doy un paso.

Las alturas se miden en vertical.

Más arriba, más arriba, mucho más arriba.

El ascenso es sin mover los pies.

Doy otro paso.

Avanzo un escalón.

Nunca me sentí como ahora, a una altura tan peligrosa y maravillosa en un par de peldaños, en horizontal.

Subo otro escalón.

Mi estómago se revuelve.

Lo oídos me zumban.

La presión aumenta.

Lo imposible transmuta y se concreta.

Paso.

Escalón.

A medio metro del suelo estándar y mi pulso es un desastre.

Paso.

Escalón.

Me pesa el alma.

Me pesa el corazón.

Me pesan con el miedo y a rebosar de alegría.

Paso.

Escalón.

Llego al altar.

Una mano sostiene mi aliento en su calidez y me acompaña a una distancia que me es desconocida.

El sacerdote habla.

Nuestros dedos se entrelazan.

Amo las alturas y ésta, sin emplear mi habilidad, sin verme involucrado en una pelea de vida o muerte, al lado de Akutagawa, es la mejor. La única que quiero conservar para toda la vida.

Él acepta ser mi cielo.

Yo amo el riesgo.

Crónicas del Amor IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora