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Ni siquiera se mostró ofendido cuando SiWon le llamó como debería, porque jamás se iba a avergonzar de quien era. Ni tampoco caer en sus juegos. Sabía que a este le encantaba jugar de aquella manera, su soberbia siempre iba a ser un gran problema que lo había arrojado al infierno.

Se levantó seguido de este quién parecía no dejarlo ir.

-Azrael, solo hazme caso. Vas a terminar igual que yo.

-No lo haré...

-Ese niño es tu perdición, cuando quieras sentir al igual que un humano, tu Dios se encargará de hacer algo. ¿Crees que dejará que te salgas de sus manos? -se apresuró a tomarle el brazo al ver qué se daba vuelta-, el no te puede perder, ¿Que sucedería si descuidas tu cargo? ¿Crees que habrá un balance entre la vida y la muerte?

Giró a verle sin darse cuenta que KyuHyun venía caminando hacia a ellos con una mediana sonrisa pero con interés.

-En nuestro reino no tendrías límites, trae a ese niño y quizás hasta un privilegio reciba. No lo haríamos arder en las llamas...

-¡Basta Lucifer! -se soltó bruscamente odiando la sonrisa del moreno-, voy a regresar pronto y no te dejaré salir en mucho tiempo.

KyuHyun se detuvo a una distancia considerada pues ante el llamado del pelinegro, sintió miedo de ver al otro atractivo hombre jurando que había mucha malicia en su rostro, más al saber quién era.

-Eso dices, Belcebú dice que estás cegado de bondad, pero cuando no puedas sentir la felicidad... -no terminó la frase porque sacó un billete que dejo sobre la mesa cerca de la taza de té que ni terminó-, te veré más seguido, Azrael. -su mirada se desvió hacia el chico parado atrás de este-, y a ti te veo en el infierno.

Yesung se giró para ver a KyuHyun quién estaba sin habla, SiWon se había ido dejando una sensación de pesadez en el ambiente.

No sabía que decirle, era tanto su enojo que no recordaba que este estaba presente.

Detuvo sus pensamientos cuando se dio cuenta que estaba buscando las palabras para aclararle las cosas. ¿Pero porque tenía que hacerlo? Era un simple humano, el no iba a permitir que se ganara su corazón, no podía amar a nadie más que a su Dios. Aquel quién nunca lo traicionaria ni lo haría sufrir.

KyuHyun se acercó lo suficiente parandose enfrente de él para palmear su hombro.

-El empleo es mío, ¿Celebramos con un helado, Azrael? Al fin puedo gastarme un poco de mis ahorros.

Trató de no verse tan sorprendido porque este no saliera corriendo a la de primera que hubiese escuchado su nombre cuando se suponía debía de recibir respeto por todos.

Terminó asintiendo dejando que este lo guiará hasta la heladería más cercana sin atreverse a decir nada.

Esperó pacientemente a KyuHyun quién se encontraba enfrente de la barra de helados esperando porque le dieran los suyos al igual que otras personas que parecían no estar dispuestas a esperar un poco más. Observó a cada uno notando sus pecados, pero también la bondad que había en la mitad de aquel lugar. Miró a dos rateros, uno lo hacía por gusto y el otro porque tenía una hija que mantener. Se quedó mirando directamente a este notando que el hombre se veía nervioso mirando a la gente para pensar a quien podría asaltar aquel día.

Si no se equivocaba, la pequeña tenía 3 años y había comenzado el preescolar. Tenía que pagar el alquiler de su casa, agua, alimentos, darle su uniforme a su pequeña y comprarle útiles.

Después observó a una chica que se había sentado enfrente de la mesa de este hombre quien se le quedó mirando fijamente al percatarse que la chica vestía muy bien y llevaba un bolso rosa muy exagerado para darse a notar que era una persona demasiado pudiente. Llevaba gafas, celular último modelo y la cartera gorda en la otra mano. Esta chica se dedicaba a despilfarrar el dinero en cosas necesarias que después ni siquiera iba a ocupar.

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⏰ Última actualización: Mar 07, 2020 ⏰

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03:03     ;  [ Kyusung ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora