Mierda

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Pues, verdaderamente había mucha mierda. Estaba en todos lados. Las paredes, el techo, ventanas. La mierda se esparcía por el suelo como mantequilla sobre el pan. Las moscas se regocijaban por tan inmenso festín, sobrevolaba las montañas de excremento agradeciendo tener a un dios que siempre les pusiera mierda en la mesa. Y nada me faltará.

Yo estaba de pie en medio de la sala, pensando. En silencio. Afuera, el calor hacia el olor más intenso. Al menos las moscas están felices, pensé.

Fui hacia la cocina, directamente hacia el fregadero. Abrí la llave. Empezó a salir agua lentamente, luego más rápido, luego tan fuerte que salpicó la camisa y los zapatos que llevaba puestos. El fregadero ahora estaba lleno y el nivel del agua no parecía bajar. Tanta mierda tapó la tubería pensé.

Con la camisa mojada y los zapatos llenos de mierda, fui hacia el baño. Estaba un poco más limpio en comparación al resto de la casa. Levanté la tapa de la poceta, estaba lleno de mierda. No baje la cadena. Mire hacia el espejo y no me gustó lo que ví.

Fui hacia la escalera, mientras subía los escalones me preguntaba si había cerrado la puerta de la entrada con llave. Sin sostenerme del barandal seguía subiendo los escalones. La mierda fresca los hacia resbaladizos. Me arriesgaba a tropezar, y caer por la escalera, para terminar en el suelo con el cuello roto. Pensé que morir rodeado de tanta mierda no estaría tan mal.

Ya arriba fui hacia la habitación, la puerta estaba atascada y me tomo algo de tiempo abrirla por la fuerza.
Dentro de la habitación fui directo hacia la cama, y con los zapatos puestos me dormí.

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