El Principio de todo. Segunda Parte

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El principio de todo.

Segunda parte.

Seguimos caminando sin importar aquellas miradas fuertes sobre nuestros débiles cuerpos de esos niños más grandes y altos que nosotros, los más pequeños y débiles.

Entre a acompañado de Mikhael a lado mío al salón más grande que había visto, con un pizarrón verde y largo, aun más largo que el pizarrón blanco para marcadores del kínder.

Cada quien tomó su lugar, Mikhael y yo decidimos sentarnos uno del lado de otro. Mientras que otros se pusieron a jugar entre ellos mismos a lanzarse bolitas de papel. Me pareció divertido pero no me uní porque sabía que no era el lugar ni el momento adecuado para ponerme a jugar.

Tuve mucha suerte de poder a ver resistido a jugar bolitas de papel. La maestra llegó y regaño por primera vez de muchas, aquellos niños inquietos. Era una maestra alta o al parecer a si lucia aquellas veces con los tacones del número once que vestía, con cabello castaño, ondulado, con unos ojos café claros y una piel morena, fina y suave. Después de analizarla bien escuche su presentación como toda maestra lo sabe hacer, dio su nombre, su edad y que clases de estudios tenia, también esperaba que nos portáramos bien, pero que podría hacer una maestra de treinta años con unos niños de seis con ganas de jugar a cada minuto.

Pasaron las cuatro primeras horas de clases, algo aburridas, confusas pero divertidas a la vez. Tocaron la campana para salir al recreo, Mikhael y yo nos encontrábamos en un vinculo de inseguridad por no saber qué hacer, si ir a jugar con todos los demás, quedarnos en el salón de clases o ir a comprar algunas botanas. En fin, nos armamos con valor y salimos, fuimos directo a la tiendita para ver que había de chucherías, los demás niños de segundo año eran amables, los de tercero igual, los de cuarto ni te hacían caso, los de quinto menos y por último los de sexto año, los mas creídos, los que te apartaban. No les hicimos caso y seguimos adelante con nuestra compra, después de haber finalizado nuestra compra, fuimos donde estaban todos los de nuestro salón, empezamos a platicar con ellos y así poco a poco fuimos llevando una amistad de compañerismo y diversión.

Al finalizar el tan cansado y largo día de aquella tarde de verano, Mikhael se dirigió a su casa con la compañía de su madre que lo había ido a buscar. Por mi parte, el chofer de mi mamá pasó por mí y me llevó directo a mi casa.

Así fueron pasando los días, los minutos, las horas, los segundos, todo paso rápido pero a la vez pausado y algo divertido. El primer año de primaria fue algo raro para Mikhael y a mí y creo que también para los demás de mi salón. Vivimos momentos felices, otros no tanto, llantos y algún que otro golpe nos dimos. Aun así seguimos en nuestra ruta, ya había pasado un año desde que entramos a primaria y así como así, ya estábamos en segundo año.

Poco a poco nos estábamos convirtiendo en los nuevos de sexto año, en aquellos que querían gobernar la primaria.

En aquel segundo año, no fue tan grandioso como lo esperábamos fue de  lo más normal y tranquilo que pudo a ver existido en este mundo. Jugábamos a las canicas, Mikhael y yo éramos los amos de aquel juego que te causaba sacar una carcajada o incluso que también te podía hacer enojar. Le hacíamos al futbol y a veces solo platicábamos entre nosotros.

Nuestra diferencia de los de segundo del año pasado que ahora se encontraban en tercero, era que nosotros si les hablábamos a los nuevos de primero y hasta nos llevábamos bien con ellos, a pesar de que nos convertíamos en los que odiábamos al principio, porque ahora odiábamos a los de quinto que pasaron a sexto.

Por fin había finalizado otro año más de nuestras pequeñas vidas, entramos en tercer grado de primaria, las cosas parecían estar tranquilas, nuestros gusto no cambiaron del todo. Sin darnos cuenta ya íbamos en cuarto y de sorpresa entramos en quinto.

En un abrir y cerrar de ojos, nuestras pequeñas vidas se encontraban casi al borde de una finalización escolar más. Mikhael y yo seguíamos siendo los mejores amigos de siempre pero desgraciadamente nuestros gustos iban cambiando con el pasar del tiempo.

Ya era el verano, un año escolar más, ahora éramos, los famosos llamados, los de sexto, afortunadamente no éramos tan malos o al menos así pensábamos, pero la realidad era que los de primer año nos tenían miedo por ser tan rudos con ellos y ahora estábamos en las categorías mayores, en el final de la primaria.

Mi madre estaba planeando algo como para convivir o celebrar nuestra graduación de fin de curso de la primaria con la mamá de Mikhael. También mi madre se encargaba de mis próximos papeleos para entrar a la secundaria, la siguiente etapa después de la primaria. Incluso me obligaba a que la ayudara con lo del papeleo para que fuese más responsable.

Mikhael y su mamá se encontraban preocupados pero a la vez tan felices por la salida de Mikhael y el ingreso a la secundaria.

Marylin, la madre de mi mejor amigo ya había podido superar tras nueve años viviendo en la casa donde servía de sirvienta y olvidando su duro, cansado y doloroso pasado en su pueblo natal Texistepec. Su jefa por así decirlo ya la había ayudado con la educación de su hijo, desde el kínder hasta la primaria pero ahora Marylin ya no sabía qué hacer, ya que la secundaria significaba más gastos escolares y gastos de transporte.

Marylin optó por seguir apoyando a su hijo, sin embargo no podía mandarlo a la misma secundaria que a mí.

Recuerdo muy bien aquella tarde, calurosa y con un poco de viento. Aquel viento que despeinaba a las niñas y que a nosotros nos tenía aliviados de ese calor hostigoso y amargo que parecía que deseaba acabar con nuestras pequeñas almas.

Alegres canciones tocaba aquel reproductor musical, prendía el ambiente de adiós a un hasta luego. Ayudaba a que los hermosos y coloridos vestidos siguiesen su majestuosa coreografía de bailes mexicanos, otras canciones servían de apoyo para algunas representaciones teatrales que todas eran dedicadas para nosotros, los de sexto año.

Nuestro evento en la escuela primaria en la que ahora le decíamos adiós había llegado a su auge final y con ello traía lágrimas, abrazos y algunas bellas palabras que te motivaban a seguir adelante.

Ya era de noche y nuestras madres habían preparado un pequeño convivio para Mikhael, algunos amigos más y yo. La fiesta fue algo sencillo pero muy divertido para todos los que se encontraban ahí. 

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⏰ Última actualización: Oct 08, 2012 ⏰

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