Por última vez

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P.O.V. 1

Te esperé, te esperé por tanto tiempo que al final perdí la cuenta de cuanto pasó, y ahora... después de mucho te veo aquí, tú no me ves y yo no puedo apartar la mirada de ellos... y de ella. 

Me parece tan surrealista. ¿Por qué me diste esperanza? Podías simplemente haberme dicho, "Adiós, no esperes por mi, no volveré" ¿Tanto te costaba?... Y ahora veme aquí, con las ilusiones rotas, y el corazón también. 

P.O.V. 2

Hoy te vi, por fin volví a ver esos ojitos que me cautivaron desde el primer momento, solo los vi por unos minutos, pero no pasó desapercibido para mi que no estaba ese brillo tan característico que me encantaba, siempre lo tenías, ya fuera un día malo o uno bueno. En su lugar solo pude ver un inmenso dolor y no sabes cómo me destrozó el alma saber que yo era una razón para verlos de esa manera. 

Tú también me viste y en el momento en el que volteaste, no pude hacer otra cosa más que apartar la mirada. Aún así por el rabillo del ojo, noté que no me mirabas exactamente a mi, los estabas mirando a ellos y a ella. ¡Oh, mi cielo! ¿Cómo decirte que no tiene mi corazón, porque siempre te perteneció? 

P.O.V. 1

Se ven muy felices. Ella, con unos preciosos ojos color miel, que la luz los hace ver cómo si fueran del mismo color del sol. ¿También le dices que son cómo unas estrellas cuando brillan? Su cabello, ¿También te gusta despeinarlo, cómo me lo hacías a mi? Y, su boca, ¿También con un simple roce te transporta a otro mundo, dónde sientes que no hay nadie más? 

No sé en que momento mis ojos se comenzaron a cristalizar, pero aún así no podía dejar de verlos, es cómo si fueran un imán y yo simplemente una herramienta de metal, que está deslumbrado por aquella "familia perfecta".

Aquellos niños, que son una copia exacta tuya, pero ella, la más pequeña, es una completa combinación de ambos. Una niña hermosa. 

Narradora

Mientras se encontraba en esa especie de burbuja oscura, que cada vez le destrozaba un poco más el corazón, no se dio cuenta que una gota de helado derretido, junto con una lágrima caían al piso y en pocos minutos dos, tres, cuatro, hasta que se convirtieron en una cascada, una llena de emociones. 

Tanto que la cascada no se detuvo, hasta que escuchó cierta delicada voz que decía:

ーMira, papi. Ese chico está llorando porque se le cayó su helado. 

Y tan solo bastó esa oración, para que sus miradas finalmente se cruzaran y volvieran a sentir el sin fin de sentimientos, cómo cuando eran jóvenes y luchaban contra el mundo juntos, donde eran obligados a ocultarse en el vacío del cual ellos no querían ser partícipes. 

Hace mucho tiempo, esos pequeños chicos, navegaron por unos mares con demasiadas tormentas, en un barco construido de un amor puro y sincero. Lograron superar varias de las pruebas que les ponía la vida. Pero hubo una en especial con la que no pudieron lidiar, y es que esa tormenta no venía sola porque aparte, era de las más fuertes, ya que se unieron en ella: la distancia y sus familias. Habrían podido salir a flote, de no ser que su barco ya estaba muy dañado y si peleaban una batalla más iba a terminar por desmoronarse. 

Por lo menos, una noche antes de que la total oscuridad los cubriera, estuvieron en calma, era como si su barco hubiera arribado en un lugar completamente diferente, donde no juzgaban sus sentimientos. Aquella noche se prometieron amor eterno, esperanza y que pasase lo que pasase, nunca se olvidarían el uno al otro, porque ambos tenían el corazón del otro. 

Sin embargo, véanlos aquí, actuando como si fueran unos totales desconocidos, mientras en sus mentes los recuerdos los llenaban como si de una lluvia se tratase. En sus corazones y en sus pensamientos no había lugar para la realidad, solo estaban ellos en su mundo. 

Les hubiera gustado estar así por mucho tiempo más, pero sabían que no podían, aunque lo desearan con todas sus fuerzas, y alguien se los hizo saber. 

ーMi amor, tenemos que irnos, o se nos hará tarde para la función. 

Con esas palabras, salieron de su ensoñación. Del mundo tan bonito al que habían entrado. A pesar de todo lo ocurrido y cuanto se extrañaban, no se sintieron abatidos ni tristes, lo que sintieron al volver a la realidad, fue paz. 

Ambos sabían que era el final, era lo que necesitaban para poder seguir adelante y separarse por completo. Se seguían amando tan profundamente cómo la primera vez, pero entendieron que no podían retenerse y seguir sufriendo. Porque a veces es mejor soltar, que aferrarse a algo que no tiene una resistencia suficiente para sujetarte. 

Ellos solo sonrieron y apartaron la mirada, luego de lo que al resto del mundo les pareció una eternidad y los veían de aquella conocida manera, esa que parecía tenerles asco. Pero eso no les importaba más, ya habían sufrido por las críticas por años, como para que no les dejen despedirse libremente o en este caso, mirarse tranquilamente. 

Cuando cierto padre de familia empezó a caminar hacía a salida, algo dentro suyo le dijo que se detuviera y que volteara a verlo, y él así lo hizo. 

Vio por última oportunidad a aquél hombre, al único al que amó, ama, y amará por el resto de su vida, razón de tantos desvelos, protagonista de los más bellos sueños. Porque aunque estén separados, los recuerdos no se irán. Se dejaron ir, pero eso no significa que se dejarán de amar. 

En ese último momento, observando que habían vuelto a cruzar miradas, él solo pudo hacer aquella seña únicamente conocida por ambos, obteniendo lo mismo cómo respuesta del otro joven. 

Ese último movimiento fue especialmente un "adiós" que solo lo entendieron ellos. No la gente mala, no su familia, no los demás. Solo ellos. 

La última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora